Ars longa, vita brevis

miércoles, 9 de junio de 2010

Por el corazón del laberinto


Teseo luchando contra el minotauro.
Periodo minoico.


Entr(e)vista con el laberinto:
Comienzo a escribir un prefacio para un escritor que dice no serlo, es curioso tampoco la que escribe no es otra cosa que una lectora rendida al galeato de sus relatos, que intenta trazar el paratexto emocional, el intimista retrato de un dédalo de papel.
Me ha permitido escudriñarle abriéndose para mi partida en un viaje a Cnosos, más aún llevando mi propio hilo del que deseo desprenderme para no encontrar la salida ni siquiera de emergencia por sus relatos intensos, exquistamente ígneos, de nada te servirán la ruta de ubicación lector que ahora nos lees, será tu itinerario tan ácido, apasionado, imprevisible, asombrado por la inspiración de una espiral de juego eterno, un mandala de personajes en busca de autor.

Contra/radiografía de un no escritor.

Capítulo primero. - Cicatrices -
*(¿Qué pre y sientes al escribir?)

Escribir es a la vida lo que el onanismo al sexo. Se trata de ponerse el disfraz del personaje de turno, meterse en su piel o aún más al fondo, sentir lo que él siente, añorar lo que él añora, amar lo que él ama. Una vez que estás en él, que eres él y vives su vida te das cuenta que eres más tú que nunca. Entonces es el momento de dejarlo, de cerrar el relato cuando comienzan a humedecerse los ojos para no correr el riesgo de que sus cicatrices se abran en ti.

Capítulo segundo. - La busqueda -
*(¿Qué quieres plasmar al escribir?)

Yo no escribo, yo busco. Hay algo común en todos mis relatos, ese algo es la búsqueda. Mis personajes suelen encontrarse en uno de estos estados:
1.Puede ser que hayan perdido algo o a alguien. La pérdida es el primer paso para la búsqueda, porque de ella nace la necesidad de llenar ese vacío, ya sea con aquello que se perdió o con un “producto” sustitutivo.
2.Ocurre frecuentemente que mis personajes están inmersos en esa búsqueda, en un viaje en el que esperan encontrar aquello que más desean.
3.Las menos de las veces, se encuentran en ese preciso momento en el que han encontrado lo que buscaban, poniendo fin de esta manera a sus aventuras y desventuras que, sin lugar a dudas, añorarán, por lo que intentarán averiguar la forma de anular esa pérdida iniciando de nuevo un proceso de búsqueda.
Cuando caí en la cuenta de esto me resultó muy curioso pero, tiene una explicación muy sencilla si analizamos cómo es mi proceso interno de escritura. Siempre he dicho que yo, cuando escribo, me convierto en un Teseo atípico que rechaza la inestimable ayuda de Ariadna y su hilo, adentrándose solo en la oscuridad del laberinto. Escribir, para mí, es esa búsqueda del centro exacto del laberinto y cuando llego allí, el Minotauro levanta la mirada hacia mí para mostrarme mi rostro y mirarme con mis ojos, porque en el centro del laberinto, como no podría ser de otra manera, estoy yo, un yo que habría que poner con mayúsculas o con otro color para diferenciarlo del yo que ha entrado en el laberinto, porque no son los mismos. El inquilino del centro del laberinto, a pesar de vivir entre la estrechez de las paredes del laberinto, es esencialmente infinito, el otro, el buscador, está encerrado dentro de una celda de órganos, músculos y piel.
En definitiva, cada texto, cada personaje, es una excusa para buscarme a mí mismo.


Capítulo tercero. - Palabras -
*(¿Qué es para ti la literatura como lector?)

Es una válvula de escape. Es la degustación de un placer exquisito. Uno se debe entregar a la lectura como a cualquier otro placer, degustando cada segundo, recibiendo pero también ofreciendo, ofreciéndote a ti, tus experiencias vividas, tus deseos, tus gustos para poder paladear con mayor satisfacción aquello que se espera recibir.

Capítulo Cuarto. - Julio -
*(¿Qué representa la literatura en tu vida?

De niño no fui el lector que me habría gustado ser. No descubrí realmente el placer de la lectura hasta la entrada a la adolescencia cuando leí “Entrevista con el vampiro”, aquella novela le encantó al adolescente que era por aquel entonces y quise saber qué pasaba con esos personajes, así que comencé a buscar las secuelas. Mientras las encontraba, fui leyendo cualquier libro que me llamaba la atención. Releí, ya con otros ojos, los libros obligatorios del colegio, busqué a los grandes y otros, como el caso de Cortázar, me encontraron a mí. Mi hermano se inscribió en un curso que organizaba la Universidad para conseguir los créditos necesarios para concluir su titulación. Se inscribió a aquél que mejor le venía por horario. Ese curso se titulaba “Cortazar, el homo ludens”. Cada tarde venía a mí, y me decía: “este curso te habría encantado, creo que te tienes que leer algo de Cortázar porque estoy seguro que te gustará mucho”. No se equivocó. Lo primero que leí fue Rayuela. A partir de ahí, Cortázar y yo nos hicimos amigos inseparables (a ninguno de los dos nos importó que él falleciera diez meses antes de mi nacimiento), aunque yo soy el que siempre escucha atónito al amigo más experimentado.

Epílogo.
Prepárate para leer a …Blas.... te convertirás en su lector impenitente, al menos eso me ha ocurrido a mí; soy su viajera diacrónica e inveterada, te enganchará con sinónimos caóticos en tragedias divinas más que humanas sin dejar de ser verbo apuntalándolo al margen de su misterio con antónimos de cosmos ferroviarios, fumaremos sin gravamen para nuesta salud en su balcón a no ser que.. sucumbamos a los parónimos en una atmósfera de sus bestiarios duales, recitará una rima apócrifa, melancólica, inquietantemente surreal, enardecidos y caústicos son todos los nombres hechos mujer, lo hará de una forma tan fresca, tan nueva, tan antigua que creerás y querrás transmutarte reconocerte metamorfose (arte) por la idiosincrasia de sus protagonistas, mudarte a su piel de camaleón solitario, tendrás que echarle la culpa de transformarte en su lector(a), admirador(a) y amigo(a), de que te clave en el corcho de su universo contradictorio y saldrás (si puedes) abrasado.

Paloma Blázquez *( otra no escritora pero esta de verdad).




Fotografía de Blas Martínez.


http://ellaberintodepapel.wordpress.com/2010/03/




2 comentarios:

  1. Muchísimas gracias Paloma. No me cansaré de agradecerte este regalo.
    No sé muy bién quien da muerte a quién, si el Teseo al Minotauro o el Minotauro a Teseo. Aunque digan lo contrario los frisos y las vasijas, me inclino por la Tesis de un Minotauro superviviente releyendo relatos de Cortázar y haciendo caso omiso al cartel de salida de emergencia del laberinto, a no ser que...
    Un abrazo.

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  2. Blas me alegro mucho de tenerte aquí conmigo, tú primero me has regalo tus relatos a mí y a todos, tu amistad así mismo.
    Sí, también me inclino por tu hipótesis es más creo saber quien es ese minotauro, saldré por la salida de emergencia a no ser que...
    Otro abrazo.

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