Ars longa, vita brevis

martes, 22 de noviembre de 2011

El beso de piedra


Pongamos a funcionar la moviola un símil que se me antoja adecuado al cambio por memoria que utiliza la capacidad de retrotraer todo tipo de recuerdos.
Vayamos a por uno sensorial del que sostenemos una rememoración sujeta a diversas circunstancias tanto anímicas como de escenario aunque en realidad recapacitando nuestras incursiones en ese campo se encuentran tan lejanas que la evocación se aloja en el inconsciente.
La primera toma de contacto viene a producirse cuando somos lactantes y aunque entonces ni nos percatamos ya que la memoria se construye o al menos eso aseveran los científicos alrededor de los tres años, (Salvador Dalí aseguraba recordar sus experiencias nonatas y lactantes, ¿Detrás de las excentricidades irónicas del genio puedan ocultarse verdades aún sin constatar...?).
Es posible debido a nuestra puerilidad que nos den gato por liebre y ese roce que multiplicaremos de por vida si ésta se prolonga se efectúe contra una forma de silicona ( el biberón) de la que proseguirán abusando engañándonos con el chupete.
La mentira nos amamanta y aprendemos a convivir con la falsa realidad de los sustitutos y algunas le cogen tal afecto que no dudan en implantársela en la boca como un reclamo, una promesa anhelada de culminación amorosa.
El acto instintivo comenzó en el paleolítico cuando la madre cavernícola traspasaba la comida masticada de su boca a la de su hijo tiene un aprendizaje que comienza en la infancia siendo la manifestación de afecto por antonomasia y aunque se diversificará en una multitud actos que efectuaremos, la moviola se detiene en uno:
La primera vez que damos un beso o nos lo roban o lo robamos.
Depende claro de como halla sido la experiencia y con quien, la memoria es selectiva.
Pero si escrutáramos a la mayoría responderá recordar con ternura ese primer chasquido.
Primero se da con la mirada, los ojos tiene ese prerrogativa con o no sin correspondencia.
Como especie no somos la única que manifiesta el afecto mediante el beso, los primates y algunas otras así lo exteriorizan también.
Lo egipcios besaban los pies de sus deidades incluyendo a los faraones como símbolo de adoración.
Entre los persas los hombres de un mismo nivel social se besaban en la boca si el estatus de uno de ellos era inferior se besaban en la mejilla.
Los historiadores griegos Polibio de Megalópolis, Plutarco y los romanos Aulus Gellius y Valerio Máximo certifican que el origen del beso comenzó cuando Rómulo, primer rey de Roma, prohibió y estableció por ley la absoluta abstinencia de consumir "temetum" (vino puro) a las mujeres.
Al regresar a casa cada marido obligaba a su esposa a exhalar su aliento, mientras acercaba sus labios a los de ella, para cerciorarse de que no hubiera bebido.
Los romanos tenía tres tipos de besos:
Osculum, que se daba a los amigos en la mejilla.
Basium, que se da en los labios.
Suavem. el beso de los amantes.

En la edad media el hombre que besaba a una mujer era obligado a casarse con ella.
Durante en renacimiento el beso en la boca era de salutación común.
En la Rusia de 1800 el beso se tornó en una epidemia, besándose a cualquier hora y por cualquier motivo, una de las formas más elevadas de reconocimiento era el beso del Zar.
Continuándose la costumbre aún después de la revolución soviética. Famosísimo es el beso para la historia que se dieron en 1979 Breznev y Honecker.
Durante la revolución industrial en la cultura occidental el beso en público estaba prohibido tuvo que esperar hasta los años 60, rebelándose contra la prohibición.
Para algunos países árabes los besos se dan por pares es decir cuatro al saludar pero hombres a hombres y seis al despedirse, cada país y cada cultura observa unos normas de uso en cuanto a la salutación con besos.
Los esquimales o los polinésicos frotan sus narices y aspiran el aliento de su amante.
El Kamasutra por su parte describe tres clases de besos: el nominal, el palpitante y el beso de tocamiento.
A pesar de que puede admirarse en la estatuaria y en otras artes plásticas; el beso en público en la India y en China incluso ahora no es bien visto aunque los actores de Bollywood, la industria cinematográfica hindú ubicada en Bombay realicen películas en las que los actores indios se besan en la pantalla.
A Richard Gere le costó un par de demandas por escándalo público el beso espontáneo que le dio a la actriz hindú Shilpa Shetty.
Entramos en el territorio de los besos de cine, de hecho cuando alguien besa bien, con pasión, se compara como: “un beso de película”.
Memorables clásicos en el imaginario del séptimo arte son el beso para la eternidad que se dieron en la playa mojados por las olas Burt Lancaster y Devorah Kerr u otro mítico que el viento se llevó entre Vivian Leigh y Clark Gable.
Michael Corleone besó en la boca a su hermano Fredo antes de matarle, le propinó dos besos en uno, el que da la muerte y el de Judas.
El evangelio según San Juan describe los hechos del beso que traiciona y vende a Jesús a los miembros del Sanedrín y al ejecutor de la sentencia, Poncio Pilatos gobernador romano en Judea.
Judas Iscariote era el tesorero del grupo fue además desprestigiado pesando una acusación de sustraer parte de este dinero que sustentaba al grupo por las donaciones de los seguidores del Nazareo.
Francamente reflexionando sobre la figura del Judas de los evangelios la presentacion que se le hace es la de un malvado estúpido...
¿Cómo es posible que alguien que había convivido con Jesús, que le conocía, que era su amigo y discípulo, que percibía sobradamente lo que era capaz de hacer, traicionará y renegara de su Rabí, de su mesías, por treinta monedas de plata?
En pleno siglo xx distintos autores como Jorge Luis Borges, Juan Boch o Nikos Kazantzakis bien por convicción bien por fabulación han reivindicado la figura de Judas.
En el evangelio de Judas, un texto gnóstico fechado aproximadamente en el siglo II relata la solicitud de Jesús a Judas la petición de traición a la que Judas accedió como un acto de obediencia suprema. Este texto es considerado apócrifo.
El beso de Judas delación u acto de amor halló espacio en los cuadros de Caravaggio, Giotto etc.

Juan Pablo II besaba la tierra de cada país cuando realizaba una visita papal y emulándole deportistas o soldados besan estadios o aeropuertos.
Con el papa, con los reyes e incluso con los lideres religiones árabes e incluso en las relaciones diplomáticas ( si va dirigido a una diplomática) el protocolo habitual impone un besamanos. De igual forma que un caballero saludaba así cortesmente a una dama, práctica esta última cuasi en desuso.

Los ósculos de película aunque despertaran sueños en los años cuarenta y cincuenta guardan la calidad de ficticios sin embargo otros manifiestan un origen espontáneo recogidos por otra cámara, la fotográfica y romántica de Robert Doisneau bajo el cielo de París conocida como: “El beso del Hotel de Ville” que se convirtió en su momento en la imagen más cotizada de la historia. O el icono captado por Alfred Eisensteadt en la plaza de Time Square después del armisticio entre un marinero y una enfermera que cerró con broche de blanco y negro la segunda guerra mundial.

Las artes recurren constantemente a este roce amoroso que de tan cotidiano no ha perdido ni un ápice de frescura, cada adolescente lo recrea con un sortilegio de primera vez.
Los espectadores son amantes ensoñadores involucrado reconociéndose retratados por uno u otros besos plásticos como: el beso dorado y simbólico al borde del abismo de Gustav Klimt, el tormentoso y curvilíneo de Egon Shiele, el ciego y encapuchado de Magritte, el colorista de Robert Delaunay, el prerrafaelista de Rosetti, el apocalíptico de William Blake, el íntimo y lésbico de Lautrec, el tórrido de Vettriano, el hiperrealista contra el muro de Antonio Lopez, Romeo y Julieta se besan en el lienzo pop art de Úrculo, la fabulación tétrica en la boca del yelmo con su amante carnal de Sierfried Zademack, etc.
Y besándose o apunto de hacerlo en el mármol Eros y Psique de Cánova o en el bronce de Rodin o el de Camille Claudel o el compacto el bloque sin artificios del beso de Constantin Brancusi enseñoreándose con la primitivista emoción de dos seres fundidos en uno solo.
Construyendo pretéritos besos al canto de cisne, el cantautor Victor Manuel pregunta: ¿A dónde irán los besos que guardamos que no damos?.
Y los besos frustrados deseando darse a alguien que hemos perdido arrebatado por la vorágine existencial.
La virtualidad del beso expresado entre las cartas de antaño y las redes inalámbricas de ahora.
El beso música, color, poesía, bolero, tango, arrebatando la misteriosa arquitectura del espacio íntimo estrechado, de cada quien, de cada todos, atmósfera circuncidada por el surrealismo de Julio Cortazar.


Rayuela. Capitulo VII
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un sólo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.