Ars longa, vita brevis

sábado, 16 de octubre de 2010

El huerto del poeta



La música del piano abre la ventana que asoma al huerto, Federico toca y Vicenta canta, se muestra el verano a la alegría cómplice, el aire eterno condesado en la pequeña sala. La tapa del piano cerrado clausura la pieza a cuatro manos compartida, Falla y Lorca, en la pared enmarcado, el dibujo conserva los dobleces de la última carta de Salvador, Mariana Pineda borda un bandera.
Se presenta a García Lorca en un lienzo un tanto cabizbajo con albornoz amarillo sobre un mapa de piel de toro, la mirada ausente hundida en la sombra de un romanticismo que sólo existe en si mismo. Si te asomas a la ventana los árboles jugarán al escondite con la luz.
Son las 10:30 en la huerta de San Vicente en la casa de verano de la familia García Lorca, sita en el parque que lleva su nombre en la calle de la Virgen Blanca, la ciudad Granada.
Unas pocas personas aguardan en la entrada, acude la guía en bicicleta, al chico joven se le iluminan los ojos cuando traspasa el umbral, a la derecha un acogedor comedor burgués estilo fin de siglo con la vajilla aún en el platero, los comensales se acomodarían en torno a los progenitores, - de mi madre su inteligencia y de mi padre la pasión -, cuatro hijos: Federico, Francisco, Concha y la niña más chica Isabel.

- A Isabelita le tengo que comprar muchos juguetes preciosísimos - .




Una pequeña habitación adyacente al comedor contiene las vitrinas donde se guardan manuscritos de los versos del poeta en Nueva York, diminutos dibujos, tachaduras, rectificaciones con tinta china negra:


Y tú bello Walt Whitman, duerme a orillas del Hudson
con la barba al polo y las manos abiertas.
Arcilla blanda o nieve, tu lengua está llamando
camaradas que velen tu gacela sin cuerpo.

Duerme: no queda nada.
Una danza de muros agita las praderas
y América se anega de máquinas y llanto.
Quiero que el aire fuerte de la noche más honda
quite flores y letras del arco donde duermes,
y un niño negro anuncie a los blancos del oro
la llegada del reino de la espiga.

Pregunta el chico joven a la guía: -¿Pasaba todos los veranos Lorca aquí con su familia?-
La guía le responde: Todos, a no ser que estuviera de viaje.
- Os echo de menos de un modo intenso, y la huerta de san Vicente se me antoja con aquella divina luz y aquella suave tranquilidad de un paraíso -. Les escribiría en una carta.

-¿Fue detenido aquí?- pregunta otro.
No, fue detenido en la casa de su amigo, el poeta Luis Rosales.



A la planta de arriba se asciende por una escalera con pasamanos de madera y balaustres de forja, su cuarto abocado enfrente, la colcha de ganchillo blanca sobre la pequeña cama tejida por su madre; y enfrente el escritorio tiene un ramo de rosas rosas recién cortadas y una pluma quieta sobre el portafolio con una hoja callada que aguarda, sobre las paredes un diploma, su licenciatura en derecho, un cartel del grupo la barraca; una rueda y una máscara, la vida itinerante de un cómico.
“La barraca es para mí toda mi obra, la obra que me interesa”.
Sobre el cabecero una imagen de la virgen de los Dolores, - a Lorca a no le gustaba el clero ni la religión, sin embargo profesaba devoción por esta virgen-, explica la guía intuyendo el interrogante mudo de varios de los visitantes. El resto de las habitaciones no se visitan.
Al volver a la planta de abajo el grupo repara con más calma en los dibujos del poeta, diseños para el atrezzo, el vestuario de sus obras de teatro, una foto con su actriz fetiche Margarita Xirgú.
La visita finaliza, se cierran las ventanas verdes que oreaban las estancias.
Y al salir por la puerta mixta de cristal y madera parece escucharse un rumor:

“Quiero dormir un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto...”


8 comentarios:

  1. Gracias por Federico, sus fotos, su recuerdo... Creo que hay dos Federicos: el de la materia y el de los versos. El de los versos, como tú dices, nunca morirá... El de la materia se deshace, gracias a la cobardía de la historia y de los hombres que la han hecho, en un rincón oscuro, que acaso un día podamos abrir con la fuerza de la justicia y la verdad, para que esa materia vuelva como cenizas de luz, a los versos que le dieron vida...
    Abrazos memoriosos querida Paloma astur, de versos y libertad...

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  2. Gracias Vivi querida y un abrazo con la luz de Federico esa que aún intenta apagar entre tramas.
    Un beso y memoria justa.

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  3. Me uno al comentario de Vivi, querida Paloma, e incluyo en mis agradecimientos, las vibraciones de tu Alma que llegan hasta nosotros, a la hora de escribir, de narrar, lo que captaras a partir de las 10:30, en la casa de verano de la familia Garcia-Lorca, aquella mañana en que la visitaras!
    Un abrazo querendón!

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  4. Me hubiese gustado participar de esa visita, espero visitarla, me recuerda a mi infancia, incluso la casa se parece mucho a la de mi niñez. Federico, siempre..... no te olvidamos, que no se olviden!!!.
    Gracias querida Paloma, por estar siempre y avivar nuestro fuego, el recuerdo, la justicia...besos.

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  5. Un abrazo Anamaría querida y ya sabes estabas conmigo a las 10:30 te llevo siempre donde tú sabes.

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  6. Federico siempre Manu y la infancia... volverás y te mocionarás.
    Gracias a ti Manu querido por tu compañía.
    Un beso sin olvido.

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  7. Veo tu entrada y coincide con una visita que hice ( o "he hecho") hace una semana a una exposición en Caixa Forum de Madrid de título Dalí, Lorca y la Residencia de Estudiantes. Tengo la muestra en mi retina y unido a lo que nos ofreces produce en mi
    pena, mucha pena y tristeza
    también
    rabia, mucha rabia
    por haber pasado tanta gente buena y sabia por la brutaldad de tanto bruto y animal (léase irracional).
    No hay derecho que segaran de ese modo la vida de este gran hombre.
    Un abrazo.

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  8. No lo hay Fernando, al matarle nos desheredaron a todos,nos privaron del resto de su vida y de su obra.
    Un abrazo y la vida universal de Federico.
    Gracias.

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