Ars longa, vita brevis

lunes, 20 de diciembre de 2010

Como veletas



Cuando no sopla el viento, incluso la veleta tiene carácter.
Stanislaw Jerzy Lec.

Las veletas coronan los techos y adornan los campanarios, veletas o giraldillos que indican la dirección del viento y los puntos cardinales. Fabricadas de metal, hierro o de cobre cubiertas algunas de una capa de oro.
Utilizadas desde la antigüedad, la torre octogonal de Atenas contaba con una de ellas.
Las figuras antropomórficas suelen ser motivos característicos siendo el gallo su mayor representación.
¿Qué ha hecho que el gallo sea la representación por antonomasia?
El símbolo del gallo deviene del culto a Zoroastro y sus seguidores los mazeistas cuyo origen es iraní (familia indo-aria) colocaban este animal en lo alto del cielo como anunciador de luz, más tarde pasaría a las hadiz ( narraciones) del islamismo, en los viajes de Mahoma a la ultratumba.
Absorbido por el cristianismo en el periodo románico, el gallo anuncia la resurreción; el triunfo contra el averno y el demonio, simboliza además las tres negaciones que el apóstol Pedro hizo a Jesús después de la última cena, este hecho ha sido representando en las artes plásticas numerosas veces entre otros por Caravaggio y Rembrandt, de ahí que esta figura simbólica se incorporara a las iglesias, abadías, una veleta famosa es el giraldillo que remata la Giralda de Sevilla.
En la catedral de Oeringhen se conserva un códice con un poema anónimo del siglo XII que traduce el significado de la veleta:

e Dios es el gallo digna criatura
y él es del presbítero típica figura
sobre el templo el gallo, contra el viento erguido
alza la cabeza y está prevenido
así el sacerdote, cuando el diablo venga,
por su grey pelee y al dragón detenga
El gallo es el único entre las aves
que oye de los ángeles los conciertos suaves
y nos amonesta a que mal no hablemos
y que los celestes misterios gustemos.

COMO VELETAS
poema de Oscar Portela

Solísimas, traídas y llevadas
Hacia ninguna parte, señalando
La Nada, la herrumbre, la Soledad,
El infinito viento de la tempestad
De un tiempo que todo rayo
Convierte en nada, nada, nada...
Así nuestra alma, chirríate, como una
Veleta solitaria, de una plaza
Insomne, abandonada, de un templo
Con voces apagadas y con umbrales
Pálidos y cirios consumidos,
Así las huellas marcando un ángulo
Dirigido como triste veleta
Hacia el rumbo de vientos
Que abren preguntas acerca del
Destino, mientras vosotras veletas,
Como insomnes testigos, abandonadas ya
Como serán las huesos del mortal,
al barro y a las sombras
Custodiáis las costumbres,
Las hórridas horas de la vida,
Sus secretas penurias
Y el agua que, como a vosotras, solitarias
Veletas no conduce
Hacia las últimas moradas, las soledades
Últimas que nos pondrán a salvo
De la feroz incuria del vivir.

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