Ars longa, vita brevis

lunes, 1 de octubre de 2012

La pregunta


¿Puedo hacerte una pregunta por curiosidad?

Tiembla ante esta inquisitiva interrogación la probabilidad marca que la curiosidad casada con el deseo en un maridaje malsano porque esa información ese dato de origen personal, íntimo, no le co
ncierne a nadie más que a ti por su irrelevancia y por lo general aspira a confirmar ciertas sospechas rumores o libelos con el fin de que el inquisidor satisfaga o confirme el objeto de tales afanes y que con ello el inquirido sufra hasta ese instante ignorante percatándose de la duda sobrevolando su persona por el devaneo de una lengua viperina y malvada trasladada siempre a otra propaladora con el interludio es que me han dicho... porque rara vez el atrevido cierra filas confesando que es él o ella quien lo ha divulgado o imaginado o ambas.
La fabulación malsana (la curiosidad miomi ) destructiva después de todo creativa sí que es de rigor reconocérselo de alguna manera posibilita que cualquiera caiga en ella aunque sólo ocurra en el umbral de su cabeza ahora sí los más justos precavidos y certeros no abren dejándola salir de la puerta de boca con la sola consistencia de la sospecha.
La curiosidad la bien intencionada unida va al instinto unida a la natural observación para el aprendizaje unida a la mimesis aristoteliana esa que sobre todo en los animales no tanto en el hombre marca la diferencia de la sobrevivencia la que mata una de las vidas del gato pero le da otras seis de sabiduría empírica y curiosa.
El bebé humano esencialmente es un curioso neonato un ser deslumbrado por lo que ve escucha huele toca degusta para descubrir y esa capacidad psicológica ese genoma implícito suyo de observar el mundo por primera vez ese milagro de extasiarse ante cualquier estímulo esa será en parte una pérdida del humano adulto acostumbrado a que el sol salga, caiga un aguacero o una burbuja de jabón vuele, el adulto entonces trata de entender los por qué de estos sucesos empleando una curiosidad abstracta.

Prefiero que mi mente se abra movida por la curiosidad a que se cierre movida por la convicción.
Gerry Spence

La curiosidad ha llegado a la luna e innumerables descubrimientos pero la curiosidad, el deseo de conocer lo que no se sabe, el reconocimiento humilde e inteligentísimo, la duda del sólo sé que no sé nada fue la causa por la que a Sócrates le acusaran tratando con curiosidad impía de penetrar los secretos del cielo y de la tierra por ella fue obligado a suicidarse con cicuta por sus asesinos presenciales dotados de una curiosidad mórbida.
Cuando miramos un cuadro o vemos una película o leemos un libro o vemos cualquier imagen o escuchamos cualquier música etc, dejamos de existir en una despersonalización de lo que somos; salimos de nuestra mirada que nos hace reales para entrar inconscientemente en esa otra realidad que contemplamos al igual que la empatía penetra en la piel del otro (entendiendo el otro como cualquier forma de vida) sintiendo su dolor o su alborozo, su panorama emocional.

Para aprender necesariamente tenemos que mirar pero por último o como principio pues estos dos conceptos cierran un círculo como el que forma los ojos vamos a mirar con el pensamiento o lo que es mismo con la mirada pérdida esa arcana primitiva e infantil la mirada intimista intuitivamente deseosa desprovista de la razón y que mira a la nada sin en si ver nada sólo ese deseo secreto atrapado en un laberinto sin salida incluso sin que lo anhelado necesariamente sostenga existencia.

George Frederick Watts, Minotauro. (1885) Tate Gallery.