Ars longa, vita brevis

domingo, 14 de octubre de 2012

El universo de la Provenza




Acabo de volver a mis playeros grises les he echado cuatro mil kilómetros del norte al sur por el país de la Liberté Egalité y Fraternité en mi segunda ida y vuelta.
Esta vez soy las tapas de las botas de alguien que como yo viajó hasta una pequeña ciudad en la Provenza una de las ciudades más antiguas de Francia. Voy en su busca allí, esta vez no hay cuadros sino el escenario real de sus obras para colocar tus botas hallando el Mistral, la atmósfera nítida, las montañas Alpilles, los áureos olivos, los cipreses corta vientos, el claustro, el huerto y en su habitación celda las estrellas como puntos suspensivos brillando tras las rejas.
Reprimo amagos de pesadumbre por él en Saint Rémy de Provence donde por las noches alevosamente cantan las cigarras.
En este octubre luminoso los campos de lavanda duermen hasta la primavera y duerme el recuerdo de mis pasos ya en busca de Vincent Van Gogh.
El monasterio de San Paul de Mausole a las afueras de Saint Rémy ciudad natal de Michael de Nostradamus fue el refugio donde hostigado por multitud de causas su hermano Theo le buscó asilo en el eufemismo de casa de salud que aún hoy comparte esa función además de pequeño museo con su habitación donde el viajero o quizá peregrino porque la peregrinación comienza con un acertijo de verbo en credo cerrando el sendero.
Creo en Vincent descatalogando su etiqueta de genio por lo que de él creo sintiendo fue su inmarcesible soledad de acantilado creador acosado por la absenta, la melancolía, las crisis nerviosas, la locura, la pasión, la manía persecutoria y el pacto de silencio de lo ocurrido entre en él y Paul Gauguin unos meses antes.
Durante un año en el sur encontró el expresionismo lejano del frenesí a la luz de un fulgor diáfano sereno con ritmo sesgado de simbolismo espiritual por Saint Rémy ondulando ciento cincuenta obras.
Desandando sus pasos prosigo para ir Arles ubicada y destartalada su casa amarilla esa que compartió un verano con Paul, su habitación azul, otra reclusión en la casa de salud de Arles y su vibrante café le soir.
A las afueras de Arles en su puente de lavanderas solitario bajo el sol de la mañana sólo un hombre tan semejante en su fisonomía con el pintor holandés y a sus pies el estuche de una guitarra...
esbozando el dibujo del puente de madera con un bolígrafo azul a quien dedico esta nota por su devoto silencio concentrado.
La casualidad traza lo que jamás se me hubiera ocurrido pedir...
Dejo de escribir ya para que la elocuencia de las imágenes narren lo que Vincent perdida su fe en la religión razón por la cual comenzó a pintar volvió a encontrar en el ángelus de la tierra provenzal hasta que transcurrido ese año de 1889 volvió al norte de donde ya no regresó o quizá sí porque ignoramos a dónde vamos ni de dónde venimos y para esos dónde aguardan kilómetros cero.

La habitación de Van Gogh en el Asilo de Saint Paul
Autorretrato que realizó en Saint Rémy


Estatua de Vincent Van Gogh con girasoles en la entrada
del asilo.
El asilo de Saint Paul de Mausole a las afueras de Saint Remy
El ciprés


Los olivos en Saint Rémy


Café le soir




El jardín de la casa de salud de Arles
El puente de Langloise y lavanderas