Ars longa, vita brevis

domingo, 23 de junio de 2013

La lloca del rinconín


Si alguna vez la ocasión os trae a Gijón una ciudad de la provincia de Asturias en el norte de España quizá lo primero que el descubridor deseé ver sea el mar.
Gijón la antigua Gigia como los romanos la bautizaron es una villa de mar su carácter e idiosincrasia la determina las olas y la arena contenida por un muro y un paseo llamado de San Lorenzo.
En este paseo hay varias esculturas pero mencionaré dos situadas más o menos en una y otra punta de su concha, la primera es del escultor vasco Eduardo Chillida cuyo título es: El elogio del horizonte.
Ese es el título oficial sí pero el oficioso es: El water de King Kong.
Me sonrío mientras escribo este título de lavabo para un gorila gigantesco como cuando lo escuché por primera vez al poco tiempo de su instalación en la atalaya del cerro de Santa Catalina, la cual muestra unas vistas espectaculares de la costa del mar cantábrico.
Y quién lo retituló... la mayoría de los gijoneses creyéndose en su derecho mostraron así su desagrado ya que lo habían pagado con sus impuestos además lo han situado en su ciudad sin pedirles permiso por una decisión política. Con esa rechifla popular y colosal demostraron su hostilidad por esa mole de hormigón que nada les hacía sentir más que repudio por su modernidad.
Sin embargo veinte tres años han pasado de esa instalación y esa escultura se ha ganado el puesto de icono oficial de la ciudad de Gijón por el diseño de la simplicidad de sus elipses en algún objeto oficial y todo tipo de souvenirs y etc.
Qué elogia en realidad la escultura además del horizonte que se advierte en el hueco en medio del interior de sus toneladas sólidas, la música del viento, el rugir de la mar que colándose suena en su adentro.
La unión de la tierra y el cielo ya que éste es el techo de la escultura. El elogio es un abrazo cósmico, una conciencia de la escala humana frente al cosmos. Ensalza a la naturaleza y al pueblo que eligió esa costa para su lar.
La segunda escultura que dista en la otra punta del Elogio cerca de la casa de la poeta Rosario Acuña cuyo autor fue el escultor cántabro Ramón Muriedas nuevamente encargada por el ayuntamiento e instalada en 1970 representa a una mujer en bulto redondo con estilo expresionista exagerado sus cuello, su cabeza y sus pies asentándose en la tierra.
El viento por el bronce acentúa sus facciones desencajadas y sufrientes; uno de su brazos se eleva para decir un gesto de adiós con la mano, mirando eternamente el mar que se lleva tan lejos a sus retoños para hallar una vida mejor y al que probablemente nunca volverá a ver.
La emigración asturiana a finales de siglo y principios del siglo XX fue enorme y por ello levanta ese bronce su recuerdo y homenaje.
El título de la escultura: La madre del emigrante.
Como ocurrió con la escultura de Chillida abrió un amplio y polémico debate por su vanguardia entre los gijoneses de los setenta que la rebautizaron como: La lloca del rinconín.
Esta retitulación despectiva se niega a producirme una sonrisa como el Elogio por el contrario este bautizo me despertó un hondo lirismo por la loca del pequeño rincón...
Si alguna vez el azar os trae a Giga si escucháis los títulos oficiales y oficiosos conviviendo juntos quizá penséis como yo que el arte en Gijón desde luego despierta de todo menos indiferencia que la crítica en este caso popular aunque demuestre injusticia por su afección al clasicismo siempre será preferible que la impasibilidad ante el.