Ars longa, vita brevis

martes, 11 de febrero de 2014

La pietá


Llevadme, por piedad, a donde el vértigo con la razón me arranque la memoria. ¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas!.
Gustavo Adolfo Bécquer

La piedad es la palabra que define el fervor religioso, y la compasión hacia los demás.
¿Quién plasmó, sobre el mármol cuatro veces, ese doble significado de piedad?
Ese alguien, tomó un cincel y con veinticuatro años esculpió la primera y la más famosa de todas ellas.
Aunque este tema iconográfico se desarrolló en los siglos XIII y XIV en Francia y Alemania, pronto se difundió en Italia.
Al imaginar la imagen de la Piedad en el arte, visualizamos su equilibrio piramidal, su estaticidad serena y clásica, la juventud heróica de ambos rasgos más allá de la emoción, el naturalismo del cuerpo yacente sobre los brazos de su madre, recostado en los extraordinarios drapeados; cruzando el pecho de la maternidad divina, una banda donde escrito en relieve dice: "Buonarrotti, el florentino, lo hizo."
La segunda vez que esculpió el fervor y la compasión fue ya en un descendimiento de la cruz, conocido con nombre de Piedad Palestrina. Obra inconclusa.
A la cuarta y también inconclusa por la muerte del escultor de la terribilitá y que en vida llamaron: "El divino", le dan el nombre de Piedad Rondarini.
La foto es la tercera, llamada de Florencia o de la obra del Duomo, como las otras dos, es una "non finito" otra obra inacabada.
De estilo piradimal, como un rayo de luz, según su biografo Vasari, Nicodemo sostiene a Cristo al descenderle de su cruz; Nicodemo tiene el rostro del propio Miguel Ángel.
Por alguna razón, esta obra pensada para su propia tumba, desagradó hasta tal punto al escultor que la destruyó parcialmente.
Se dice que el motivo, fue por una veta en el mármol, que impedía el grado de perfección al que el florentino sometía a sus obras, jamás tuvo piedad consigo mismo en lo que respecta a ello.
Aunque el David fue esculpida en un bloque colosal, el cual ningún escultor contemporáneo osaba esculpir, este bloque de mármol tenía un defecto o una grieta.
Para Miguel Ängel ese reto fue un acicate, así que dudo que fuera esa la razón por la que abandonó la Piedad de Florencia.
Buonarroti solía decir que las figuras ya estaban dentro del bloque y que sólo había que quitarle lo que sobraba.
Sin dudas eso es lo más difícil, y sin dudas es una gran lección filosófica para esculpir la vida.

Quitar a cada una de las nuestras, lo que le sobra...