Ars longa, vita brevis

jueves, 18 de diciembre de 2014

El derecho de pensar


Retrato de Hipatia, detalle de la Escuela de Atenas por Rafael de Sanzio

Siempre he agradecido a quien me ha hecho pensar sin imponerme lo que he pensar.
Aunque pensar por uno mismo entraña valentía y a veces incluso peligro de ostracismo y muerte.
Como aprendizaje solemos tomar de la historia, el pasado, e incluso nuestro propio pasado, para que en el presente nos abstengamos de repetir sus errores, sería una excelente práctica empírica.
Pero por desgracia la historia es cíclica y vuelve a repetirse de una forma u otra.
Cuando leo sobre historia de la humanidad, encuentro filosofía y su la búsqueda amorosa y constante de sabiduría.
Preferir es elegir, si lo hago entre filosofía versus religión, aunque la religión se provee de su propia filosofía, en la que persiste que lo dictaminado en sus dogmas, es la verdad, elijo la filosofía que cuestiona hasta su propia verdad filosófica.
Por ello hice un viaje en el tiempo para buscar en los textos y en el arte, un rastro que ha quedado de una persona, convertida en personaje por su relevancia en la vida pública, que fue una filósofa que vivió en Alejandría.
Lo primero que me percato al leer sobre la vida de Hipatia de Alejandría, es que tuvo un padre extraordinario, porque contrario a su época, en que a las mujeres se les suponía apenas inteligencia, le dio a su hija estudios de matemáticas, astronomía, filosofía e incluso educación física.
De Hipatia nos dicen que es la primera matemática de la que se tiene una constancia segura y detallada.
Su padre Teón de Alejandría, matemático y astrónomo griego se estableció en esa ciudad y fue el director de la segunda biblioteca de Alejandría.
Como discípula suya, cuentan que colaboraron juntos en algunas obras de su padre.
Hipatia se entregó al pensamiento y a su enseñanza, además escribió sobre álgebra, matemáticas y astronomía, perfecciono el astrolabio e inventó un densímetro.
Vivió en el tiempo en que en Alejandría convivía el paganismo con la nueva religión cristiana.
Hipatia se convirtió una maestra neoplatónica que enseñaba, según algunos textos, en su casa, otros en la biblioteca de Alejandría, a todo el quisiera escuchar de cualquier parte del mundo.
La mayoría de sus oyentes paganos o cristianos la consideraban y respetaban como su maestra y líder espiritual.
Uno de sus alumnos preferido y además amigo fue Sinesio de Cirene, filósofo neoplático, clérigo y obispo de Ptolemaica, que en alguna de obras trató de conciliar la filosofía neoplatónica con los dogmas cristianos.
Hipatia y Sinesio compartieron una amplia comunicación epistolar, y éste es un referente para conocer la figura de Hipatia.
“Todas las religiones dogmáticas son falaces y nunca deben ser aceptadas por las personas que se precien como si fueran definitivas. Reserva tu derecho a pensar, porque incluso pensar erróneamente es mejor que no pensar en absoluto.
Enseñar supersticiones como si fueran la verdad es la cosa más terrible. Las fábulas deben enseñarse como fábulas, los mitos como mitos y los milagros como fantasías poéticas. De hecho los hombres lucharán por una superstición tan intensamente como por una verdad. A menudo más aún, ya que una superstición es tan intangible que no se puede llegar a ella y refutarla, pero la verdad es un punto de vista, por lo tanto, se puede cambiar”.
Carta de Hipatia a Sinesio de Cirene (año 400)
Estoy rodeado por los sufrimientos de mi ciudad, y disgustado con ella, puesto que cada día veo las fuerzas enemigas, y hombres sacrificados como víctimas en un altar. Respiro un aire infectado por la podredumbre de cuerpos muertos. Estoy deseando seguir el mismo destino que han sufrido muchos otros, ya que ¿cómo puede uno concebir esperanza alguna cuando ve el cielo pleno de aves de rapiña? Aún y así, amo mi tierra. ¿Por qué sufro? Por que soy libio, por que nací aquí, y por que es aquí donde veo las tumbas de mis honorables antepasados. Sólo con tu ayuda creo que seré capaz de mirar a mi ciudad y transformar mi hogar, si alguna vez tengo oportunidad de hacerlo.
Sinesio de Cirene. Epístola 124, a Hipatia. 
Se negó a convertirse al cristianismo a pesar de que sus discípulos y amigos se lo recomendaron para evitarle problemas, ya que la religión oficial era el cristianismo.
El mismo prefecto imperial de Roma, Orestes, mantenía a pesar de su conversión al cristianismo, una serie de enfrentamientos y hostilidades con el patriarca Cirilo de Alejandría, que profesaba odio al paganismo y al judaísmo, los judíos era la comunidad más antigua de Alejandría.
Orestes era discípulo de Hipatia y ésta según los historiadores era proclive a la concordia pacífica entre religiones y razas, así se lo recomendaba al prefecto.
Un día de marzo del 415, cuando volvía a su casa, Hipatia fue asaltada por una turba de fanáticos cristianos liderada por Pedro el Lector.
La desnudaron (también apuntan que la violaron) la golpearon y la descuartizaron con piedras y tejas. Después pasearon triunfalmente sus restos por la ciudad y después los icineraron.
El asesinato torturado de Hipatia causó una enorme conmoción.
Orestes pidió justicia a Roma pero el emperador Teodosio II aconsejado por su hermana Augusta Pulquería evitó juicios a Cirilo.
Aunque un historiador contemporáneo de Hipatia como Socrátes Escolástico y otros le hacen directamente responsable de ser el instigador de su muerte.
En el renacimiento, después en la ilustración y la época moderna ha sido reivindicada su figura de la que en realidad se sabe muy poco.
Su reflejo en el arte es muy numeroso tanto en cuadros, como en libros y hasta en una de las ediciones del cómic Corto Maltés de Hugo Pratt. En todas aparece imaginada e idealizada su fisonomía, ya que no se conserva ningún retrato suyo.
En el cine Alejandro Amenabar en 2007 realizó una película sobre Hipatia con el titulo de: Ágora.

Hipatia por Alfred Seifert