Ars longa, vita brevis

miércoles, 10 de agosto de 2022

Asunto: La redonda ( cartas entre Manu Parra y Paloma Blázquez)


Amigo querido


A menudo sueles hablarme de tu jardín y cuando lo haces siento envidia del tipo ese al que le dicen sana, aunque…

¿Alguna envidia es saludable? 

No pienso disimular que la mía es totalmente insana😉 porque me gustaría tanto cuidar de un pequeño jardín, pero me temo que mi deseo se quedará en la cola de la lista de sueños imposibles.

En honor al tuyo hoy quiero llevarte a través de este correo a otro.

Tendríamos que ir para ello a dos kilómetros a las afueras Gijón en concreto al barrio de Somió. 

Se unen en sinergia dos particularidades, la primera que es un museo monográfico del pintor gijonés Evaristo Valle, la segunda porque el museo se alberga en el palacete que forma parte de la finca La Redonda.

Esta finca, desde 1850, antes eran prados de casas de labriegos, se cierra con un muro que alcanza dos metros de mampostería de piedra dando espacio a un juego tan literario y ensoñador como el jardín secreto o tan pictórico y evocador como un hortus conclusum tras el que asoman árboles frondosos y altísimos ofreciendo otro contramuro vegetal que la protege.


 




El bosque interior de la finca cuenta con especies autóctonas de tilos, castaños, robles, avellanos y laureles, tejos. 

Una insólita presencia para este clima cantábrico es la de una gigantesca tuya que al apretar su follaje huele a manzana junto a otras especies exóticas como un cedro del Líbano colosal con sus ciento cuarenta años, algún árbol de Japón, linos, coníferas, palmeras canarias, etc.  

Las ardillas se divierten escondiéndose entre los cuatrocientos árboles y unos cientos de arbustos que forman parte de la finca. 

Este oasis esmeralda expone además los caprichos de jardinero topiario sobrevolados por las gaviotas advirtiendo de la proximidad del mar. 










 




 


Un vicecónsul inglés compró La Redonda en la fecha que antes te cité, diseñando con el fervor que los ingleses dedican a sus jardines su aire británico que en la parte oeste aún continúa intacta. 

Más tarde tendría otros dos propietarios hasta que en 1913 José María Rodríguez la compró, su mujer María Rodríguez del Valle, sobrina de Evaristo, será quien recopiló las obras y objetos personales de su tío que hoy exhibe el museo siendo además ambos sus mecenas.

Cerca de la caseta de aperos otro bosque nos sorprende por su pequeñez y belleza, el de los bonsáis con un telón de bugambilias 

A pesar de los bonitos que son Manu confieso que siento pena por estas miniaturas obligada a no crecer.




En 1945 la familia de Evaristo y él mismo que nunca vivió en la finca atacan la reforma del palacete ecléctico con poso medieval y crean el jardín francés con parterres geométricos.



Esculturas de terracota traídas de Italia por la pareja en su luna de miel, en concreto  una de un fauno, figura talismán para los romanos ya que creían que favorecían el crecimiento vegetal, conviven ahora con otras de arte contemporáneo en este césped impecable de tapiz verde de cartas.















Existen dos entradas, la antigua con una verja de forja pero la principal que da acceso al jardín y al museo es una entrada con una reja de piezas angulosas cóncavas y convexas creada por el escultor y pintor gijonés Rubio Camín.

Esta fundación privada será declarada en 2017 bien de interés cultural con la categoría de monumento, expone a su vez ocasionalmente obras de otros artistas y esporádicamente repertorios de conciertos, existiendo además un departamento educativo con diversos talleres.

Conjuntamente con la obra y objetos personales de Valle se exhiben unas dos mil conchas que coleccionó su padre.

¿Entramos Manu?





Valle nació en Gijón en 1873, el origen de su familia era de alta burguesía venida a menos, siendo niño viaja con sus padres y hermanos a San Juan de Puerto Rico, a los once años se vuelven a Gijón debido a la muerte del padre que ejercía de magistrado, quien guardó toda su vida en su cartera un dibujo que su hijo hizo siendo muy niño.

Su padre tuve fe en su talento, supo descubrirlo e instigarlo fue su catalizador.

La vuelta a Gijón supuso abandonar la pintura volver a escuela y al instituto más tarde, a una casa de Banca luego a una refinería de petróleo después y por creer que así se acercaba más a la pintura deja todos sus anteriores trabajos por el de una litografía.

Por esas fechas emprende el primer viaje a París donde entrará en contacto con las vanguardias, el impresionismo, fauvismo y el simbolismo y a su vuelta lo compaginaría  siendo copista del Museo del Prado. 

Decide dejar la litografía para pintar, esta decisión le hará viajar a lo largo de los años a París, Londres, Cuba, aunque entre viaje y viaje, retorna a Gijón. 

Una doble tragedia le sucede, por un lado la muerte de su madre que le desencadena una agorafobia la cual le interna en su propia casa y le mantiene durante años sin pintar, en cambio desarrolla otra faceta, la de escritor. 

Retrato de la madre de E.Valle
Retrato de su madre.


Con la mejoría de su dolencia volverá al cabo del tiempo a pintar y a viajar con recaídas en su enfermedad. En las ráfagas de los años siguientes conoció penurias y ciertos éxitos y así concluyo este brevísimo apunte biográfico pues de interesarte el personaje, tú mismo Manu decidirás si quieres conocer más aspectos de su vida.


Autorretrato


Si observamos el retrato de Valle con esos grises quebrados creo que dan a conocer a un melancólico, hipersensible, irónico, un solitario, condena que suele padecer un creador inmerso en un universo propio alejado de un mundo que apenas le valora o le comprende. Aunque que su autorretrato habla de si mismo incluso mucho más de lo que yo podría atinar a hacerlo.

Al intentar describir sus influencias, la urdimbre que muestran sus obras se distingue el fundamento de Goya, el expresionismo, atreviéndome a distinguir la caricatura y crítica de Lautrec, es decir tradición y vanguardia le definen pero le muestran como un creador original desde su propia inspiración, enclavada en su atmósfera natal poblada de personajes costumbristas a los que satirizó envolviéndolos incluso en lo grotesco. 

Las carnavaladas son sus obras más famosas, pero a menudo las preferencias del público o la crítica simplemente son caprichosas, creo que toda su obra merece una emocionada y lúcida valoración.

Como colorista alternó el lirismo de grises con tonos vivos y vibrantes haciéndolos cohabitar en perfecta armonía atmosférica, en las gentes, con gamas de una Asturias que Valle amaba.

El reconocimiento vino tras su muerte poco después de la guerra civil, aunque lo que sobrevino fue su descubrimiento.

Alguna más de sus obras.
















Hacia mil novecientos ochenta y tantos su sobrina fallece donando a su muerte la finca y los cuadros e imagino que el dinero suficiente parta crear la fundación.  

De esta forma logra conservar para el futuro, el palacete, el jardín y sobretodo las obras de su tío Evaristo Valle abriendo a quien quiera disfrutarlo este paraíso que brota mágico al otro lado de un muro.

¿Salimos y nos sentamos en uno de los bancos del jardín?

Te imagino contemplándolo ahora bajo otra cambiante luz y es cuando sin que lo adviertas te dejo a solas.



Página web del museo Evaristo Valle






Mi querida amiga

Me alegra tanto dejarme llevar de tu mano, entrar en ése amplio y hermoso jardín de la Redonda, descubriendo además que alberga un museo dedicado a Evaristo Valle. Me encanta también saber que lo rodea un muro de solidez pétrea que deja al espectador margen para soñar los misterios y sorpresas antes de adentrarse en él.

Me gustan mucho los árboles Paloma, situarme debajo, acariciar su tronco, colocar mi mano extendida y dejar que me susurre historia, pienso muchas veces en lo que han vivido ellos desde ésa posición de espectador y silencio, me fascina, al detallar los árboles en el extenso jardín casi puedo sentir el ruido de las hojas los días de viento suave, o de la brisa que llega para acariciar sus copas.

Joyas esmeralda de un bosque con riqueza de variedades, pero si me dejas, me quedo con la tuya gigante y su olor a manzana al apretar su follaje, no encuentro un detalle más hermoso y evocador en éste inicio de recorrido.

Un gran surtido arbóreo que hacen las delicias no sólo de quién puede visitar la finca, también de las ardillas que suben y bajan por los troncos con su esbelta cola y las muchas aves que se deben cobijar entre la espesura de los frondosos árboles, al atardecer ya me veo sentado escuchando la multitud de variedades musicales que emiten desde sus prodigiosas gargantas. 

Me encanta ver el jardín con sus setos cortados, el verde del césped, tantos arbustos metódicamente recortados y las colosales palmeras, que nos ofrecen la antesala al hermoso palacete con aire medieval, con ese torreón central y la piedra que se deja ver, dando absoluta sensación de robustez.

Gracias a los distintos propietarios que ha tenido, han ido aportando e intentando cada uno desde su necesidad de crear algo bello, podemos disfrutar el estado que se encuentra hoy, con más o menos acierto, pero sin duda con interés e intención de que el espacio tuviera sello y belleza natural. 

Realmente es curioso porque al final la obra de un gran artista en un espacio tan especial llegase de la mano de sus descendientes al comprar la finca, además desde el exterior el palacete ya muestra parte de su esplendor. Entiendo que Evaristo pudo disfrutar de la mano de su sobrina, tanto en las esculturas de exterior, como quizás dentro del palacete. 

Es una suerte que la sensibilidad familiar haya dotado de un lugar tan hermoso de la obra de un artista como Evaristo Valle. Me apetece y mucho entrar en el museo, al encuentro del arte y la historia.

Por cierto, sabes que me puede la curiosidad y el descubrimiento, después de leerte sobre las entradas y en concreto una de ellas, la que da acceso al museo, he tenido el interés en conocer más de Camín que tiene obra en un museo cercano, el de arte contemporáneo de Villafamés en Castellón, que seguramente habré visto, al igual que en Cuenca. Veo que fue un artista que colaboró bastante en la fundación y en la creación del museo, además he podido ver sus creaciones tanto en pintura, fotografía y escultura. 

Pienso que enriquece siempre conocer las miradas de muchos artistas, con variedad en su ejecución, me seduce mucho entrar en la obra, trayectoria y vida de ésas personas, porque muchas veces veo el reflejo de una sociedad, en la que vivió el artista, en un momento determinado de la historia.

Gracias por tus pinceladas sobre la vida y obra de éste.

En el retrato de su madre, es cierto, queda prendida en el aire ésa melancolía, que logra provocar por los colores y sensaciones que descubrimos e ignoramos, muy certera tu mirada, que como siempre, traspasa piel y entrañas para ver un poco más allá de la evidencia, aunque nos deje ése poso de tristeza podemos percibir incluso estados anímicos y sensibilidad, que me enlaza a su retrato, al del propio Evaristo, y en el que se evidencia todo lo descrito con anterioridad y además el de una persona con una mirada inquieta, de búsqueda y a la par sosegada.

Me gustaría evidenciar todas las obras en las que aparecen personas reunidas mayoritariamente en el campo dónde hace una visión de momentos en la vida cotidiana y a la vez con detalles que no pasan desapercibidos al observador, detalles que parecen menores, pero creo que nos sugiere mucho más allá, multitud de ellos en su obra que nos lleva a la reflexión. Gentes charlando en medio del campo con diversas actitudes, Evaristo pienso que entra en la emoción del pueblo, en la búsqueda de sensaciones de las personas sencillas, campesinos, trabajadoras, pescadores, reunidas dejando la vida cotidiana pasar, conscientes de lo que viven 
y por ello también los traslada posteriormente a esa situación de solaz instante de diversión y distensión ante la evidencia de sus vidas con las carnavaladas, dos visiones de la condición humana que aunque creo que parecen distantes son esencialmente la observación de la pluralidad emocional, sentir que se necesitan ésos huecos de libertad en un mundo de cadenas.

El color merece también mención especial, hay una atmósfera que trajo de sus experiencias ante las vanguardias de su época vividas especialmente supongo que en París.
Cuando regresó a Gijón tenía los ojos impregnados de todo el color,  la forma de trabajarlo que luego plasmará en su obra, hay una riqueza absoluta cuando contemplamos sus obras que me encanta descubrir, hay trabajo en los difuminados y en las mezclas que enriquece, dotan la obra de un lenguaje propio y único, me llama la atención también el uso del verde que maneja asombroso, los rojos y el resultados de muchos grises, con los colores vivos enfatiza muchas escenas en los que nos sitúa ante lo retratado de inmediato, también obras en las que la mesura en el color y por tanto en el resultado se hace evidente, llevando al conjunto de la obra a un estado sosegado no sin matices en los que pienso nos deja muchos mensajes sociales.

Pintar es soledad, estar ajeno pero a la vez consciente del mundo, del que quizás quieras huir o no, o quizás simplemente dibujar para que un espectador se mire en el espejo, con posibilidad de ver su reflejo, veo mucho de todo lo descrito en la obra de Evaristo. 

Creo que toda su obra, como dices, merece ésa necesaria revisión y mirada, para entender y entenderlo o acercarse sosegadamente a sus miradas, a mí me parece realmente fascinante, si algún día voy a Gijón, pienso perderme en ése jardín interior en la búsqueda de belleza y arte.