Ars longa, vita brevis

viernes, 20 de febrero de 2015

Impresión: Luz naciente


¿Cuáles son los pintores más conocidos?
Cuando se hace esta pregunta, casi todo el mundo me responde el nombre de algún impresionista. 
Es una paradoja su popularidad contemporánea porque en su tiempo fueron pintores marginados y nunca se definieron así mismos como impresionistas, fue una etiqueta despectiva que el crítico Louis Leroy, les adjudicó al ver el cuadro de Monet titulado: Impresión, Sol naciente. 
Pero sí es cierto que otro pintor fue el precursor de este movimiento de artistas, los impresionista pintaba la luz, su momento, su instante, por lo general a pleno aire, las formas envueltas en esa luz, que incluso las desdibujaba. Aunque dentro del impresionismo encuadran a escultores, literatos, músicos, cineastas e incluso fotógrafos. Hay quien entiende el impresionismo como una reacción ante la aparición de este arte emergente entonces, que fue la fotografía.
El pintor que inspiró todo ese movimiento que solían exponer en el salón de los rechazados, o los independientes, fue Édouard Manet.
¿Quién fue el inspirador de Manet?
La inspiración nació en España, y el museo del Prado, durante un viaje que Manet hizo a Madrid. Al ver los cuadros de Diego Velázquez, la síntesis de su pincelada y las gamas de su paleta, se enamoró de sus cuadros, y a partir de entonces, en sus obras la influencia de Velázquez fue decisiva.
Pero antes quiero decir, que hay quien considera la pintura como algo elitista, sin embargo quiero recordar que los seres humanos desde las cavernas, antes incluso del descubrimiento de la agricultura, pintaron.
La pintura es también memoria incluso cuando la escritura no existía, lo mismo que la música o la danza. Y han mantenido su intuición, su emoción, sus búsquedas y sus lenguajes desde entonces hasta ahora.
Manet volvió a París y pintó, presentándose una y otra vez a los salones oficiales que le rechazaban de continuo. Él deseaba para su pintura rebelde un reconocimiento oficial que sólo obtuvo al final de su vida, por ello jamás expuso con los impresionistas, esos alienados pintores que llevaron la descomposición de la luz y de la forma a unos lienzos comprometidos con lo etéreo y lo efímero de sus sensibilidades.
La que sí expuso siempre en las salas de los rechazados, fue la impresionista Berthe Morisot.
Berthe era la cuñada de Manet, además fue la protagonista de algunos de sus cuadros, como éste que arriba se muestra. Delante de los barrotes de la estación y del humo del tren, Berthe Morisot sentada sostiene en sus brazos a un cachorro.
El cuadro de bajo es suyo, una muchacha con un sombrero y un corsé rojo, sentada en un jardín.
Las escenas de los cuadros de Morisot siempre eran intimistas, como también lo fueron las de otras pintoras impresionista de su época, menos conocidas que sus colegas masculinos, que nunca las rechazaron por su condición de mujeres.
El impresionismo dio su luz a todas y todos cuando la sombras se pintaron por primera vez de azul y de violeta.