Ars longa, vita brevis

sábado, 23 de julio de 2011

Love my fan


Love me tender,
love me sweet,
never let me go.
You have made my life complete,
and I love you so.
Ámame tiernamente canta la primera estrofa de la canción del rey o the king rock and roll Elvis Aaron Presley cuyo retrato utiliza Bose una compañía multinacional de equipos Hi-Fi de audio para lanzar sus productos al mercado. Si lo observamos atentamente la cara del rey esta formada por estos componentes y equipos hi-fi.
Elvis Presley no es más que un pobre diablo, su éxito será pasajero y no pasará de los seis meses. El rock es un ritmo falso compuesto e interpretado por débiles mentales" declaró Frank Sinatra a principios de los años 50 cuando Elvis movía su pelvis sobre el escenario con un ritmo trepidante, la provocación sexual agredía la sociedad timorata de entonces.
Un duro rival para Frank que a pesar de su descalificación envidiosa encubre en realidad el pánico a ser desbancado por una voz, un físico y una música como antes nunca se había visto ni oído.
El rock and roll, es una forma de rebajar al hombre blanco al nivel del negro" escribiría Asa Carter y desde el púlpito el Reverendo Noebel adoctrinaba que el rock es un complot para convertir a los jóvenes en enfermos mentales.
"Antes de Elvis no había nada" insistió John Lennon. Elvis es mi hombre proclamaba Janis Joplin o la confesión de Buddy Holly: “Sin Elvis ninguno de nosotros podría haberlo hecho” o la instalación definitiva en el trono a Elvis por parte Bruce Springsteen: “Hay muchos contendientes, hay muchos pretendientes pero sólo hay un rey”
Estas apreciaciones de colegas que confiesan (porque los famosos son o han sido son fans de alguien) o desestiman la figura del consagrado rey cuyo reinado se instalaba en su casa Graceland. Un lugar en constante peregrinación para los fans de cualquier punto del mundo y son ellos los fans los que instalan o derrocan a los reyes de la música o a cualquier otro rey de las artes.
Etimológicamente la palabra fan es un apócope del término en latín del que derivó fanático.
Un fanático o fanática defiende una creencia u opinión con vehemencia y pasión mostrando violencia con los que no muestran ni profesan sus mismas creencias u opiniones además se aplica a la admiración desmesurada por una figura o cosa.
Por tanto un fan puede profesar el catolicismo, leer a Harry Potter escuchar a Madonna, ver al dios Maradona o a su mesías Messi en un partido de fútbo, votar a Rajoy y cocinar las recetas Arguiñano, etc.
El fenómeno fan es cuestión de gustos siendo muy anterior a los años 50 ya que desde la antigüedad los atletas e incluso la misma naturaleza si nos retrotraemos a las cavernas han tenido sus enfervorizados fans.
El tiempo sustituye los dioses del Olimpo por los dioses de Hollywood y son los fans los que determinan la promoción en la subida o bajada de los montes donde moran los dioses.

25 de septiembre de 1967

Querida Sandra,

Cuando me han pasado esto de la oficina de mi mánager, me he dado cuenta de que era mi primera carta de un fan americano —y es tuya. Me ha gustado tanto que me he sentado inmediatamente a responderte, a pesar de que Ken me está gritando porque necesita un guión. Eso puede esperar (¿?)

Esperaba alguna reacción de los oyentes americanos sobre el disco. Hubo reseñas en Billboard y en Cash Box, pero las escribieron críticos profesionales, que raramente reflejan las opiniones del público. Las críticas fueron muy halagadoras. Parece haberles gustado el single "Love You Till Tuesday". Me han pasado una copia del disco americano e imprimieron la foto un poco amarilla. En realidad no soy tan rubio. La foto de detrás soy más "yo". Espero que te gusten las dos.

Respondiendo a tus preguntas, mi nombre real es David Jones y no tengo que decirte por qué lo he cambiado. «No sacarías un duro con él», me dijo mi manager. Mi cumpleaños es el 8 de enero, y creo que mido 1,75. Hay un club de fans aquí en Inglaterra, pero si me va bien en los Estados Unidos tendré otro allí, supongo. Pero es un poco pronto para pensar en ello.

Espero pasarme un día por América. Mi mánager me cuenta muchas cosas de cuando estuvo allí con otros artistas que lleva. El otro día veía una peli en la tele que se llamaba "No Down Payment". Muy buena, pero un poco deprimente si realmente refleja vuestro modo de vida. Por suerte, después echaron un documental sobre Robert Frost, el poeta americano, rodado principalmente en su casa de Vermont, y eso como que lo dejó en empate. Estoy seguro de que eso se parece más a la verdadera América. La semana pasada hice mi primera película. Sólo un corto de 15 minutos, pero me ha dado algo de experiencia para una de larga duración que empezaré en enero.

Gracias por ser tan amable de escribirme, y por favor, hazlo de nuevo y cuéntame más cosas de ti.

Sinceramente tuyo,


David Bowie


La carta va dirigida a Sandra Dodd, de Nuevo México, que ofreció a Bowie la creación de un grupo de fans en el continente americano.

Actuar como fan parece propio de la adolescencia y en femenino cuando todo se siente con la intensidad y el descubrimiento de la primera vez aunque demuestre más virulencia adolescente el fenómeno fan no conoce ni edad ni sexo aunque sí se desprestigia o se contempla desde una altura condescendiente si quien incurre en la histeria es femenina y plural, los espectáculos fútboleros donde vociferan y hasta lloran los hombres cuando su equipo gana o pierde e incluso violentan destrozando las calles no pueden y no se deben analizar como actos de histeria colectiva y masculina más bien son aunque se reprueben no dejan de manifestar virilidad...
Un fenómeno femenino fan tiene una manifestación más pacífica bifurcada a otro fenómeno la groupie que no se contentan con admirar a su ídolo en la distancia ni siquiera en tener con él una relación esporádica sexual, la groupie viaja con el ídolo en la giras siendo una compañera sentimental además de sexual e incluso puede inspirar canciones o escribirlas como el caso de Michael Jackson el cual reconoció la autoría de la canción Dirty Diana a una groupie que fue un éxito número uno en las listas de ventas.
El fans o la fan sostiene a veces una conducta moderada de distancia insalvable e incluso respetando la vida privada del objeto de su admiración pero en su mayoría el fan quiere saberlo todo de su objeto de deseo incluso coleccionar cualquier objeto que le haya pertenecido entrando incluso en el terreno de lo sórdido o del absurdo pagando cantidades desorbitadas por un traje, una dentadura postiza e incluso el water que utilizó John Lennon.
Y dota a su monstruo admirado de cualidades que jamás han tenido porque este fenómeno incurre en la idealización superlativa del artista, político etc.
Se siente en ocasiones decepcionado cuando la persona a la que admira no responde al requerimiento de un autógrafo o un beso o lo que la improvisación le pida en ese momento cuando tiene la suerte de encontrarse con el o ella fuera de un lugar donde la persona pública no está ejerciendo de eso de personaje público. Entraríamos entonces en el terreno del respeto y hasta donde puede entrometerse un fan y hasta donde por defender esta intimidad puede llegar la persona pública, porque éstos por salvaguardarla han protagonizado en ocasiones situaciones y actos bochornosos.
El fan acérrimo obsesivo es capaz rozar y traspasar el terreno de lo criminal para asegurarse una inmortalidad asociada a su ídolo como en el caso por citar uno de Mark David Chapman el asesino de John Lennon cómo una forma vesánica de superar el fracaso y el anonimato. Chapman se inspiró y reencarnó en un personaje de la novela que leía incluso cuando esperaba a la policía después del fanticidio de Lennon, El guardián entre el centeno.

A los ídolos les cubren la cabeza de oro a los pies se les llena de barro, a veces después de un último concierto sienten como Elvis que están solos acompañándose de barbitúricos, de alcohol, de drogas o de canciones al igual que los fans.
Hay un punto de eclosión en el que la soledad tan distante se acorta, se diluye fundiéndose el sentir de lo expresado y al sentir del que escucha, lee o mira, ni el que expresa ni al que llega lo expresado van encontrarse físicamente en esa dimensión anónima e intrasferible está el secreto del sentir.
Todo lo demás es retórica o fanático devaneo.