Ars longa, vita brevis

miércoles, 27 de julio de 2011

El onirismo carnal




La interpretación de la carne era recogida por el el pintor Lucien Freud,
(falleció el 20 de Julio del 2011) aunque se le denomine como hiperrealista su pintura se acerca más a una analítica crítica expresionista.
Para él la carne es triste y en ella se traducían las emociones y el bagaje del vivir con personajes estáticos y facciones neutras como si sólo a través de la piel se transparentaran las tormentas interiores acompañados en ocasiones por sus propias mascotas en un abandono con una inflexión recurrente en las partes del aparato reproductor. Fue un pintor prolífico, mujeriego y muy cotizado, con una larga trayectoria que comenzó con el surrealismo en la que la materia de sus obras era fina y delgada. Influenciado por su otro amigo pintor Francis Bacon derivó a sus temáticas actuales en que la materia pictórica se transformó en la densidad del empaste o impasto, utilizando gran cantidad de pintura con una cobertura densa. En sus inicios ilustró el libro de poemas de Nicholas Moore, La torre de cristal.
Huyó de los nazis en su niñez y era nieto de una de las mentes más cautivadoras e influyentes del siglo XX, el psiquiatra Sigmun Freud.
La obra más conocida de Sigmun Freud es la interpretación de los sueños. En su teoría aducía que nuestras mentes guardan en el inconsciente recuerdos y emociones, esto transformó el estudio de la mente humana.
Sigmun decía que hubo tres grandes humillaciones a lo largo de la historia: 1º que con el descubrimiento de Galileo no somos el centro del universo. 2º que con el descubrimiento de Darwin no somos la corona de la creación y 3º su propio descubrimiento que no controlamos nuestra propia mente.
Y que a través de los sueños nuestras emociones enterradas afloran a la superficie durante el sueño para ayudarnos a destaparlas en los recuerdos enterrados.
Encuentro una gran similitud entre ambos abuelo y nieto la salida a la superficie del dolor, del trauma, en el onirismo y en la carne...






sábado, 23 de julio de 2011

Love my fan


Love me tender,
love me sweet,
never let me go.
You have made my life complete,
and I love you so.
Ámame tiernamente canta la primera estrofa de la canción del rey o the king rock and roll Elvis Aaron Presley cuyo retrato utiliza Bose una compañía multinacional de equipos Hi-Fi de audio para lanzar sus productos al mercado. Si lo observamos atentamente la cara del rey esta formada por estos componentes y equipos hi-fi.
Elvis Presley no es más que un pobre diablo, su éxito será pasajero y no pasará de los seis meses. El rock es un ritmo falso compuesto e interpretado por débiles mentales" declaró Frank Sinatra a principios de los años 50 cuando Elvis movía su pelvis sobre el escenario con un ritmo trepidante, la provocación sexual agredía la sociedad timorata de entonces.
Un duro rival para Frank que a pesar de su descalificación envidiosa encubre en realidad el pánico a ser desbancado por una voz, un físico y una música como antes nunca se había visto ni oído.
El rock and roll, es una forma de rebajar al hombre blanco al nivel del negro" escribiría Asa Carter y desde el púlpito el Reverendo Noebel adoctrinaba que el rock es un complot para convertir a los jóvenes en enfermos mentales.
"Antes de Elvis no había nada" insistió John Lennon. Elvis es mi hombre proclamaba Janis Joplin o la confesión de Buddy Holly: “Sin Elvis ninguno de nosotros podría haberlo hecho” o la instalación definitiva en el trono a Elvis por parte Bruce Springsteen: “Hay muchos contendientes, hay muchos pretendientes pero sólo hay un rey”
Estas apreciaciones de colegas que confiesan (porque los famosos son o han sido son fans de alguien) o desestiman la figura del consagrado rey cuyo reinado se instalaba en su casa Graceland. Un lugar en constante peregrinación para los fans de cualquier punto del mundo y son ellos los fans los que instalan o derrocan a los reyes de la música o a cualquier otro rey de las artes.
Etimológicamente la palabra fan es un apócope del término en latín del que derivó fanático.
Un fanático o fanática defiende una creencia u opinión con vehemencia y pasión mostrando violencia con los que no muestran ni profesan sus mismas creencias u opiniones además se aplica a la admiración desmesurada por una figura o cosa.
Por tanto un fan puede profesar el catolicismo, leer a Harry Potter escuchar a Madonna, ver al dios Maradona o a su mesías Messi en un partido de fútbo, votar a Rajoy y cocinar las recetas Arguiñano, etc.
El fenómeno fan es cuestión de gustos siendo muy anterior a los años 50 ya que desde la antigüedad los atletas e incluso la misma naturaleza si nos retrotraemos a las cavernas han tenido sus enfervorizados fans.
El tiempo sustituye los dioses del Olimpo por los dioses de Hollywood y son los fans los que determinan la promoción en la subida o bajada de los montes donde moran los dioses.

25 de septiembre de 1967

Querida Sandra,

Cuando me han pasado esto de la oficina de mi mánager, me he dado cuenta de que era mi primera carta de un fan americano —y es tuya. Me ha gustado tanto que me he sentado inmediatamente a responderte, a pesar de que Ken me está gritando porque necesita un guión. Eso puede esperar (¿?)

Esperaba alguna reacción de los oyentes americanos sobre el disco. Hubo reseñas en Billboard y en Cash Box, pero las escribieron críticos profesionales, que raramente reflejan las opiniones del público. Las críticas fueron muy halagadoras. Parece haberles gustado el single "Love You Till Tuesday". Me han pasado una copia del disco americano e imprimieron la foto un poco amarilla. En realidad no soy tan rubio. La foto de detrás soy más "yo". Espero que te gusten las dos.

Respondiendo a tus preguntas, mi nombre real es David Jones y no tengo que decirte por qué lo he cambiado. «No sacarías un duro con él», me dijo mi manager. Mi cumpleaños es el 8 de enero, y creo que mido 1,75. Hay un club de fans aquí en Inglaterra, pero si me va bien en los Estados Unidos tendré otro allí, supongo. Pero es un poco pronto para pensar en ello.

Espero pasarme un día por América. Mi mánager me cuenta muchas cosas de cuando estuvo allí con otros artistas que lleva. El otro día veía una peli en la tele que se llamaba "No Down Payment". Muy buena, pero un poco deprimente si realmente refleja vuestro modo de vida. Por suerte, después echaron un documental sobre Robert Frost, el poeta americano, rodado principalmente en su casa de Vermont, y eso como que lo dejó en empate. Estoy seguro de que eso se parece más a la verdadera América. La semana pasada hice mi primera película. Sólo un corto de 15 minutos, pero me ha dado algo de experiencia para una de larga duración que empezaré en enero.

Gracias por ser tan amable de escribirme, y por favor, hazlo de nuevo y cuéntame más cosas de ti.

Sinceramente tuyo,


David Bowie


La carta va dirigida a Sandra Dodd, de Nuevo México, que ofreció a Bowie la creación de un grupo de fans en el continente americano.

Actuar como fan parece propio de la adolescencia y en femenino cuando todo se siente con la intensidad y el descubrimiento de la primera vez aunque demuestre más virulencia adolescente el fenómeno fan no conoce ni edad ni sexo aunque sí se desprestigia o se contempla desde una altura condescendiente si quien incurre en la histeria es femenina y plural, los espectáculos fútboleros donde vociferan y hasta lloran los hombres cuando su equipo gana o pierde e incluso violentan destrozando las calles no pueden y no se deben analizar como actos de histeria colectiva y masculina más bien son aunque se reprueben no dejan de manifestar virilidad...
Un fenómeno femenino fan tiene una manifestación más pacífica bifurcada a otro fenómeno la groupie que no se contentan con admirar a su ídolo en la distancia ni siquiera en tener con él una relación esporádica sexual, la groupie viaja con el ídolo en la giras siendo una compañera sentimental además de sexual e incluso puede inspirar canciones o escribirlas como el caso de Michael Jackson el cual reconoció la autoría de la canción Dirty Diana a una groupie que fue un éxito número uno en las listas de ventas.
El fans o la fan sostiene a veces una conducta moderada de distancia insalvable e incluso respetando la vida privada del objeto de su admiración pero en su mayoría el fan quiere saberlo todo de su objeto de deseo incluso coleccionar cualquier objeto que le haya pertenecido entrando incluso en el terreno de lo sórdido o del absurdo pagando cantidades desorbitadas por un traje, una dentadura postiza e incluso el water que utilizó John Lennon.
Y dota a su monstruo admirado de cualidades que jamás han tenido porque este fenómeno incurre en la idealización superlativa del artista, político etc.
Se siente en ocasiones decepcionado cuando la persona a la que admira no responde al requerimiento de un autógrafo o un beso o lo que la improvisación le pida en ese momento cuando tiene la suerte de encontrarse con el o ella fuera de un lugar donde la persona pública no está ejerciendo de eso de personaje público. Entraríamos entonces en el terreno del respeto y hasta donde puede entrometerse un fan y hasta donde por defender esta intimidad puede llegar la persona pública, porque éstos por salvaguardarla han protagonizado en ocasiones situaciones y actos bochornosos.
El fan acérrimo obsesivo es capaz rozar y traspasar el terreno de lo criminal para asegurarse una inmortalidad asociada a su ídolo como en el caso por citar uno de Mark David Chapman el asesino de John Lennon cómo una forma vesánica de superar el fracaso y el anonimato. Chapman se inspiró y reencarnó en un personaje de la novela que leía incluso cuando esperaba a la policía después del fanticidio de Lennon, El guardián entre el centeno.

A los ídolos les cubren la cabeza de oro a los pies se les llena de barro, a veces después de un último concierto sienten como Elvis que están solos acompañándose de barbitúricos, de alcohol, de drogas o de canciones al igual que los fans.
Hay un punto de eclosión en el que la soledad tan distante se acorta, se diluye fundiéndose el sentir de lo expresado y al sentir del que escucha, lee o mira, ni el que expresa ni al que llega lo expresado van encontrarse físicamente en esa dimensión anónima e intrasferible está el secreto del sentir.
Todo lo demás es retórica o fanático devaneo.

domingo, 10 de julio de 2011

El valor del membrillero




Hace unos días en una subasta de arte una obra de Miquel Barceló desbancó la evaluación hasta ahora del artista españolmás cotizado, Antonio López García.
Sin caer en cifras astronómicas que estiman tal o cual obra me acojo al viejo adagio español del necio confunde valor con precio.
Por tanto me enroco en el valor del arte o de la obra de arte y me olvido de cifras porque las cifras sólo me parecen importantes cuando liberan otro valor, la independencia artística cuando se trabaja sin presión alguna de mercados y público, contratos estanco e incluso hasta de servir al propio estilo o las propias temáticas compositivas.
Antonio López es un pintor que no se ha prodigado en exposiciones. Se ha prodigado tan poco que apenas ha hecho más allá de unas cuantas principalmente porque este recio, enjuto, este hombre menudo de Tomelloso nacido el 6 de Enero de 1936 nunca finaliza del todo una obra pese que trabaje en algunas por más de décadas. Y es cierto las obras se ausentan de un punto y final, unas veces se dejan por fatiga, en otras es un espacio abierto para volver con la mirada distinta en distintos tiempos, no es el mismo hombre el del año pasado, el de hace diez años, el de ahora mismo. El tiempo es un cincel que nos trasforma.
La tónica general para evaluar a un artista es la tasación del precio de la obra y la enfatización acumulativa del curriculum en materia expositiva donde la cuestión primordial la recoge el mercado y las pujas que ausentes están del valor del arte por el arte siendo más bien cuestión de al alza de quien lo firma.
No, el valor de Antonio López se obvia de los balances de ganancias e incluso del número de exposiciones; el valor de este hombre el otrora chico de posguerra que iba para contable, este chaval que un verano su tío (compartió con el sobrino nombre y oficio) descubrió en el niño cualidades para el dibujo y comenzó a prepararle convenciendo a su padre y hermano para que le dejara estudiar bellas artes en Madrid.
El valor es el contenido de su obra y no parte de ella sino toda ella e incluso la que aún no ha realizado.
Parece que se materializara el silencio cuando Antonio López pinta. La soledad de su mirada reflexiva, austera, enigmática y misteriosa definiéndole como un hiperrealista es la de un realista objetivo pues así se declara él mismo.
El realismo en una la fortaleza a la búsqueda de la belleza ausente de los pretendidos lugares donde se halla el concepto de lo bello estandarizado sino mostrándola allí en la ubicación de la ausencia de lo “ bello ” en lo sórdido de un viejo lavabo o en una taza del water o en el cadáver de un conejo como dormido y postrero sobre un plato.
El polvo parece a nuestra vista suspendido en un velo dentro de un rayo de luz como si este fuera aparecer de pronto y volátil se asentara en la reluciente superficie de su aparador impecable porque nuestra mirada se torna cómplice e imagina en un juego en el que ni lo que estamos viendo y lo que imaginamos es real.
Antonio López se recrea en las vistas de Madrid como un pintor moderno de veduttas pero las suyas son sus vistas que se mantienen en una panorámica a veces a ras de tierra a veces desde lo alto en esta ciudad consensuándose a una estrecha relación de amor-odio.
Desde que arribó a Madrid en el 49 y ya más tarde después de su paso por San Fernando a punto estuvo de abandonarlas incluyendo el país porque los comienzos de un pintor son caminos áridos en dificultades. Fueron tan difíciles como es habitual para todos los artistas y para la mayoría será una situación permanente, que a punto estuvo de irse a Sudamérica.
Ser pintor o pintora hablemos de ellas y sobre todo de ellas también es un vocación llena de soledad y olvido con las incertidumbres que atormentan aún cuando se consigue lo que llaman el éxito sobre su propia valía y valor, con la inseguridad permanente, un desequilibrio perpetuo; una cuerda floja donde se tambalea la sensibilidad, la estabilidad emocional y la propia cordura es la grandeza y la miseria del arte.
Existen artistas favorecidos por el escaparate del mercado, por el poder, pero existen artistas que sobreviven en la peores condiciones de las jamás saldrán y otros que mantienen otro trabajo alternativo para que les permita entre otras cosas pintar y aquí recae más que nunca el viejo tópico: de pintar por amor al arte.
El artista Antonio López lo sabe y como la sabe ha impartido cursos de verano a todo tipo de personas de todas las edades, autodidactas, estudiantes de bellas artes o que hallan finalizado sus estudios, hombres y mujeres... ¿Cuánto vale ese tiempo didáctico de Antonio? No tiene precio sino valor el mismo que se reportan unos a otros, el maestro y los alumnos.
Una reflexión en la que probablemente hemos caído es: ¿Cuántos artistas se malogran por falta de oportunidades, de apoyos o porque ni siquiera se descubran y a cuántos malogra también el éxito?.
De esta reflexión incidiremos en otra... ¿Alguien es artista cuándo vende, cuándo tiene éxito?
O alguien es artista cuando siente en lo que pinta y esta honestidad es el valor y lo demás es la apreciación del valor en el que interviene además el concepto del gusto y del genio pero eso también se escapa al mismo creador, aunque la genialidad que parece manifestarse como innata necesita también de preparación y de estudio, de investigación a la que se dedica no solo algunos años sino toda una vida.
Antonio López reside en Madrid el escenario de alguno de sus lienzos porque allí como en toda ciudad colosal, desbordada, polucionada e inhóspita viven sus hijas y su mujer que es también pintora que ignoro si vive a su sombra o tiene sombra propia...
A toda su familia ha plasmado en un instante de eternidad e incluso a sus nietos desde el mismo momento de su nacimiento esculpiendo sus cabezas de bebés y de estas esculturas que se instalan en algunos lugares de la capital; su abuelo el pintor y escultor insiste que el tamaño colosal de éstas adquiere el poder del mito tomándose la referencia de las gigantescas cabezas del arte egipcio o maya.
Antonio vuelve a la puerta del Sol cada año tan sólo unos días de agosto y lo hace con caballete, pinceles y bastidor para captar la luz que únicamente ilumina de esa forma en esos días. Trabaja en medio de una gran expectación de curiosos sin ninguna valla protectora, la cual fue ofrecida por las autoridades; él sin embargo desechó este ofrecimiento porque le gusta que la gente se aproxime le observe y departir charla con cualquiera que venciendo la timidez o la distancia se acerque.
Antonio es próximo, asequible, accesible y sencillo, marcará en el suelo de la acera con tiza blanca la exacta posición de su pies y con compás y regla trazará la exacta perspectiva de la calle. Enamorado de las horas de la luz, de ciertas horas de luz, su testimonio y liturgia creativa quedó palpable en la película inclasificable del así mismo inclasificable Víctor Erice: “El sol del membrillo”.
La excusa argumental es la luminosidad en el jardín de su taller en Madrid para atrapar el sol en un membrillo.
(Incido en la palabra taller debido a que el sinónimo de estudio se me asemeja antónimo, porque el pintor trabaja en un taller donde se viste con un mandil, con viejas zapatillas. El oficio mancha ensucia de aguarrás, de linaza, de carboncillo y de empastes de colores al óleo y es en ese su taller además donde fabrica él mismo sus propios lienzos con tela y listones madera con cuñas para que la tela respire y se tense).
Para esta captura del ecuador del astro por un menbrillero se transmuta en una araña que rodea al árbol con hilos y plomada mientras canta a duo, recuerda años de aprendizaje un día cualquiera en el que uno de sus amigos pintor le visita : Cariño, cariño mío...
El patrimonio nacional le encargó en los años 90 el retrato de la familia real española, un encargo que suscita una gran expectación y podremos percibir lo que para un artista representa tal encargo la equiparación con Velázquez y Goya ya que ambos artistas recibieron la misma petición y se consagraron además por haberlas realizado. El juicio de valor que me provoca este encargo es que el patrimonio nacional no ejerce ni de patrimonio ni de nacional ya que no ha superado a una renovación donde plasmar para la posterioridad algo distinto de la continuidad dinástica. Antonio López aceptó el encargo ignoró la razón por la cual accedió a cumplirlo bien sea por vanidad o por confesión monárquica o por otra que se me escapa.
El museo Thyssen de Madrid exhibe hasta septiembre una retrospectiva de este artista calificado como un genio vivo, polifacético, repetitivo y experimental, una oportunidad única para verlas puesto que sus obras apenas están expuestas en museos.


Hay algo que no ha desatendido el maestro ha sido el amor y la practica por el dibujo en uno de sus libros donde recopilan sus dibujos establece que: “La diferencia entre el dibujo y la pintura se percibe de inmediato: la pintura te da todos los datos, y el dibujo no; una te aproxima al motivo, gracias fundamentalmente al color, pero el otro, en su límite, te lleva hacia un territorio más psicológico. En cierta medida, nos ocurre algo parecido con el cine: cuando vemos una película en blanco y negro, tenemos una sensación de irrealidad, de sueño”
Comillas para Antonio López que nos indican pausas obligatorias, delimitados en los espacios de sus obras para emplearnos en la precisa contemplación de sus pausas puesta en el lugar preciso dejando decir aquello que su autor dice sin normas establecidas valoradas a una arquitectura poética y narrativa del color, del blanco y negro, del bulto redondo de sus esculturas para no cumplir con las normas de nuestra vista adiestrada por los valores de nadie ni siquiera por los de nosotros mismos.

Vídeo de las obras de Antonio López. http://youtu.be/cZVn549F5qo

domingo, 3 de julio de 2011

A efectos de Pigmalión

“Trata a un ser humano como es, y seguirá siendo como es. Trátalo como puede llegar a ser, y se convertirá en lo que puede llegar a ser.” Blaise Pascal.


Cuenta Ovidio en las Metamorfosis poéticas la historia un hombre, rey de Chipre llamado Pigmalión era a su vez sacerdote y un escultor extraordinario.
Con esta última faceta suya es donde da comienzo la leyenda de este artista sacerdote y rey que en vano había buscado una esposa que alcanzara su nivel de perfección, porque Pigmalión estaba enamorado de la diosa Afrodita y quería modelar en marfil el ideal de su amor poniéndole tal empeño, inspiración y sentimiento como si sus manos guiadas estuvieran por un mágico poder. Consiguió escupirla y enamorándose perdidamente de su propia obra le dio el nombre de Galatea.
Descansó de su trabajo y dormido soñó con la estatua que al tocar a su tacto se tornaba cálida y sus venas parecían palpitar.
Entre el pasmo y alegría volvía explorarla una y otra vez para cerciorarse del aliento de la vida de Galatea.
Pigmalión se despertó y en lugar de la estatua estaba la diosa Afrodita que le dijo:
«Mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal».
Este es el mito de Pigmalión el rendido artista enamorado de su propia creación y este mito tiene otras ramificaciones en otra leyenda sumeria la de Gilgamesh y su doble luminoso Enkidu, quien lo soñó como Hacha de Doble Filo a los pies del Árbol de la Vida.
Otro significado del mito de Pigmalión según las antiguas tradiciones nos la traslada el filósofo Platón. Afirmando que el hombre puede y debe volver a convertirse en el Dios que es.
Los dioses han trazado un camino el de la iniciación que despierta y une al hombre a sus luminosas esencias como así practican los monjes budistas de la escuela kargyupa, encerrándose en cuevas algunas veces durante varios años, trazan y esculpen en su imaginación representaciones de los dioses diversas para luego deshacerlas cuando han conseguido que adquieran un mayor realismo y vida para amarlas entonces en el polvo disuelto en la luz y respirar su aire.

Ocurre con los mitos que tienen el poder de la metamorfosis en el tiempo y volvemos a encontrarlo más tarde de otra mano irlandesa la George Bernard Shaw.
En esta ocasión toma sentido en obra cómica el Pigmalión (1913), una comedia divertida e ingeniosa en la que la fonética es el nudo argumental donde tratar el amor y la crítica social de los que no tienen voz en la explotación de un ser humano por parte de otro. La obra fue un éxito fulminante tanto que más tarde ya fue llevada al cine en dos ocasiones. La primera en 1938 por los directores, (uno de ellos además la protagonizó) Leslie Howard, Anthony Asquith titulada: Pygmalion, Pigmalion.
Y la otra en 1964 en el delicioso y ya consagrado musical My Fair Lady dirigido por George Cukor e interpretado entre otros pues el elenco actoral fue magnífico por Audrey Hepburn, Rex Harrison.
Volvemos a encontrarnos con el mito esta vez en el famoso cuento infantil de Pinocho escrito por Carlo Collodi donde Geppetto el carpintero desea un hijo y fabricando una marioneta ésta cobra vida.
Pero el mito evolucionó a un efecto, el efecto Pigmalión y este efecto estudiado por la psicología es bipolar siendo estudiado por los profesores Rosenthal y Jacobson.
El efecto pigmalión positivo y el negativo.
El negativo es aquel que causa que la autoestima de las personas disminuya e incluso desaparezca. Este aspecto negativo del mito y efecto es llevado también a la literatura y al cine como El monstruo de Frankenstein escrita por Mary Shelley en la época victoriana y filmada en 1931 por James Whale e interpretada por el también mítico Boris Karloff aunque ya el expresionismo alemán mitificó a El golem (1920) de Paul Wergener como una de las más grandes obras del cine de terror donde un rabino dota de vida a escultura de barro que se convierte en un monstruo que asola con el pánico y es vencido por la inocencia. Existiendo después diversas versiones como El espíritu de la colmena de Víctor Erice película española de 1989, El coleccionista de Willy Wilder, Blade Runner de Ridley Scott, El pequeño salvaje de François Truffaut y la lista se alargaría aún más.


El efecto pigmalión positivo provoca todo lo contrario una realización en la que la autoestima de los individuos es potenciada por todo un entorno social favorable desde los padres, profesores, en el trabajo, en la pareja este efecto puede actuar tanto negativa como positivamente reafirmándolo y confirmándolo.
Interviene incluso en la economía, si mucha gente está convencida de que la economía con la trasmutación de crisis se hunde indudablemente se hundirá como una profecía autocumplida.
Supone alas o frenos bien o mal intencionados que condiciona nuestras expectativas influyéndonos. Sentirse valorado y estimado es la mejor de las motivaciones en cualquier ámbito.
En cada uno de los individuos pueden revertir ese efecto a si mismo siendo su propio pigmalión sin barreras que determinen lo que podemos o no podemos hacer porque ni nosotros mismos lo conocemos y probablemente no averiguaremos todo nuestro potencial. Repercutirá esa autoconfianza además hacia las personas que nos rodean ejerciéndola como un efecto impulsor y a la vez con una crítica responsable constructiva sin un atisbo demoledor donde porque no olvidarse de cumplir los vaticinios y las expectativas de las personas que nos rodean y rodeamos.
La frustración y el éxito son valores que depende del ojo ajeno, son valores medidos por alcanzar fama, dinero, reconocimiento social permanente por lo que hay que luchar manteniéndola en una meta cada vez más inalcanzable aún a pesar y con la pérdida de nuestra salud, de nuestra felicidad, de nuestra libertad interior y convicciones.
Dios creo al hombre modelándolo con un trozo de barro, Dios hizo las veces de Pigmalión pero somos nosotros los que creamos monstruos u hombres que se asemejan a los dioses.



Fotograma de la película: El espíritu de la colmena