Ars longa, vita brevis

domingo, 3 de junio de 2018

82 retratos Y un bodegón por David Hockney


¿Por qué me atrae el artista David Hockney?
¿Qué hizo que recorriera trescientos kilómetros para ver su exposición en el Guggenheim de Bilbao en febrero de este año 2018?
Dos preguntas para las que no tengo respuesta porque en realidad son una sola. 
Puede que lo me atraiga de David es que no ha dejado de ser un niño que disfruta pintando con su caja de colores y por ello sus obras son tan nuevas y tan directas. 
Será que nunca ha dejado de experimentar o de jugar,  así su arte lo intuyo sincero.
Vuelvo a la pregunta inicial y supongo que no hay explicación, es verdad que el arte, lo que menos necesita es de explicaciones.
Sé de David Hockney que tiene ciática, sordera, sinestésia y que es fumador empedernido y fan del Ipad, con éste último ha hecho incluso obras.
Ha vivido su sexualidad  abiertamente, tanto en su vida personal como en algunos temas de sus cuadros.
Ha rechazado desde el principio que lo clasifiquen como artista pop y como tampoco a mí me interesa clasificarle, ni meterle en un archivo, me decanto por considerarlo como un artista cautivador, sutil, fresco y emocionante.
Dice: cuando pinto es como si tuviera treinta años.
David Hockey traza haciendo convergen perspectivas sobre una línea disfrutando todavía con el fondo, la forma, el color y el espacio.

A Hockney siempre le ha interesado el retrato, pero en esta última exposición la temática se adueñada del lienzo, del marco y de la sala.
Salvo en este bodegón que fue pintado porque el modelo citado para ese día no se presentó.
Con un fondo azul y un suelo verde que se van intercambiando y una misma silla donde Hockney sienta y pinta a 82 personas. Ahí está el gran reto y su gran originalidad.
En unas sesiones que abarcaban tres días por retratado van saliendo de sus pinceles, no solo el aspecto físico sino la idiosincrasia de cada retratado, que son amigos suyos y artistas algunos, otros galeristas, otros familiares, hasta una amiga de su hermana que en su retrato se la percibe un tanto inquieta como pillada por sorpresa o fuera de lugar ya que Hockney insistió en pintarla, cuando esta amiga vino a verle con su hermana Margaret Hockney.
En el caso del niño Rufus Hale, David le retrató porque se recordó a sí mismo cuando era niño.
Rufus es el hijo de una artista británica llamada Tacita Dean.
Rufus lo describió de esta manera:
"Fue algo totalmente espontáneo; yo llevaba lo que me pongo cada día, aunque es verdad que es muy inusual: traje y corbata. Como no tenía ni idea de que me iba a pintar, no me vestí de manera especial. Llevo una corbata roja, un chaleco de tweed, pantalones azul oscuro, camisa blanca y zapatos de vestir."

Cuando en el coche de vuelta a casa, pensaba sobre la exposición y el retrato llegué a la conclusión  de que a pesar de que aunque el retrato es un tema pictórico muy antiguo, siempre será intemporal.




Bodegón 



John Baldessari

Celia Birtwell
Margaret Hockney

Edith Devaney

Retrato de Rufus Hale






martes, 30 de enero de 2018

El espíritu del mar


Apagamos las manos. Dejamos encima del mar marchitarse la luna
y nos pusimos a andar por la tierra cumplida de sombra.
Ahora ya es tarde. Las albas vendrán a ofrecernos sus húmedas flores.
Ciegos iremos. Callados iremos, mirando algo nuestro que escapa
hacia su patria remota.
(Nuestro espíritu debe de ser, que cabalga
sobre las olas.)


Comienzo esta nota con estos versos de José Hierro como maestro de ceremonias. 

El salón donde recitarlos podría ser los jardines de Pereda en Santander. 
Aunque Hierro nación en Madrid con solo dos años y debido a un traslado familiar encontró patria en esta tierra del norte y en ella vivió largos periodos de su vida. 
Pero esta nota de un viaje breve pero intenso no trata solo del poeta Jose Hierro, sino de aquello que encontré en la costa de la ciudad de Santander. 
Los jardines de Pereda fueron lo primero, situados en el mismo centro de la ciudad delante de la bahía, frente a las montañas y las playas del Puntal y Somo.
Se construyeron en terrenos ganados al mar.  Inaugurados en 1905 ofrecen un pequeño pulmón verde con ejemplares de magnolias, acebos, palmeras, cedros, castaños de Indias, pinos, bojs, tejos, tilos, manzanos de flor.  
Deben su nombre al escritor cántabro José María de Pereda. 
En 2014 se inaugura la renovación de los jardines de Pereda para el proyecto del centro Botín.

Centro Botín
En junio del 2017 el centro Botín es una realidad tangible llamado a convertirse en un icono cultural de referencia, ya que la colección del banquero Botín (además fue quien financió el edificio) y otras futuras muestras artísticas hallarán cabida en este museo diseñado por el arquitecto italiano Renzo Piano que lo hizo material sobre el escollo, mirando al sur y volando de la bahía. Tuvo en cuenta la luz de Santander, una luz extraordinaria, mágica y difusa. 

Es octubre del 2017 y observo el edificio Botín, es un diseño moderno, transparente y ligero pero si quiere competir con el Guggenheim de Bilbao de Frank Gehry, en mi opinión no podrá hacerlo jamás ni en sueños. 
El Guggenheim es una escultura transitable, un diseño arquitectónico tan innovador, vanguardista y futurista que no define solo su propia presencia sino al siglo XXI y a este segundo milenio. 


Vista frontal del Centro Botín


El sol vino conmigo en el viaje e iluminó la bahía durante aquel día de octubre.
Entre por la puerta y saqué la entrada, además de las obras expuestas el Centro Botín ofrece unas espectaculares vistas. 

Otro de los laterales del Centro Botín, al fondo pude verse la cafetería.


Por ello dentro del museo instalaron esta cama redonda, que no sé si siempre o en alguna ocasión alquilan para pasar una noche. 
Lo que no averigüe es si esa noche estás vigilado por guardias jurados, supongo que sí. 
En fin esto de la cama de alquiler, me pareció un patochada cool.





Las obras coleccionadas por Botín a lo largo de los años son expuestas aquí.
Pinturas y esculturas algunas de ellas con las que interactuar.
Me encandila una exposición de grabados de Goya que ha venido en préstamo desde Madrid.
Salgo del Centro Botín y paseo por los largos jardines de Pereda, fotografío lo que me voy encontrando.

Interior de los jardines de Pereda







Escultura a José Hierro

Raqueros





Los Raqueros eran niños que deambulaban por el muelle de Santander  y que describió José María de Pereda en sus obras costumbristas. Buceaban desnudos en el mar en busca de las monedas que los curiosos les lanzaban. 
Algunas fotos más de la bahía de Santander.







El día siguiente amaneció soleado, pero en un segundo como suele pasar en el norte, el cielo cambió su faz transformándose en vertiginosas nubes grisáceas que descargaron su tormenta cristalina sin tregua desde temprano.
Como ocasionalmente parecía remitir, decididos salimos para conocer más del mapa marino, histórico y emocional de esta ciudad.
Pero subestimamos la borrasca, cada vez que intentábamos bajarnos del coche, como por ejemplo para visitar el palacio de la Magdalena, se dedicaba a descargar una diluvio tan copioso que literalmente te empapaba, dandole la vuelta al paraguas en cuestión de un segundo. 
Decidimos hacer el recorrido por las playas que aún no conocíamos, en el coche.  
La carretera nos fue llevando con el parabrisas trabajando como un poseso hasta perdernos y encontrarnos una sorpresa tan inesperada y emocionante que bendijimos la tormenta de gotas frías.
Ante nosotros estaba un faro y que además era un museo, en concreto es el Centro del Arte del Cabo Mayor.
Siempre he querido vivir en un faro. Siempre he sentido devoción por estas torres verticales y su luz de aviso a los navegantes para evitar los naufragios. 
Son símbolos, metáforas de vida, son estelas radiante que atraviesan las noches más oscuras y perdidas.
En ese instante cesó de llover, salimos del coche y entramos en el museo faro, la entrada es gratuita. 
En el interior del faro se puede visitar la colección del pintor cántabro Eduardo Sanz, integrada por sus pinturas propias y la de otros artistas, todas con el transfondo del mar y los faros.

El centro tiene tres salas expositivas, además de sus cuadros, se incluyen obras de su esposa y su hijo, Eduardo Úrculo y otros. 
Una de las salas expone ilustraciones, carteles, tarjetas y un sin fin de piezas, como sacapuntas, sellos, vitolas, monedas, dibujos infantiles, etc, etc. Todo ello relacionado con los faros.
Al ver las obras de Eduardo Sanz pienso que una frase de Samuel Becquet,  que define a la perfección  tanto a su obra como él mismo.
Incomprensible espíritu, a veces faro, a veces mar.