Ars longa, vita brevis

martes, 18 de marzo de 2014

Los autorretratos de Marzo.


Ramón Sanvinsens Marful nació tal día como hoy, un dieciocho de marzo de mil novecientos diecisiete, en Barcelona. 
Todos los años el día de su cumpleaños pintaba su autorretrato, en cualquier sitio que se encontrara y resuelto con gran rapidez.
El autorretrato quizá sea el más libre ejercicio de exploración plástica, sin ningún condicionamiento, como la de tratar de agradar al cliente.
Su forma de construir el volumen, es mediante la valoración del color de una forma arbitraria, con una raíz fauvista y expresionista.
Del fauvismo, cuyo mayor exponente fue Henri Matisse, debe su término al crítico de arte, Louis Vauxcelles.
Surgió con un término peyorativo, durante una exposición en el Salón de Otoño de París en 1906.
Al ver la pintura, de estos artistas emergentes junto con una escultura de corte renacentista.
Vauxcelles dijo: Mais c'est Donatello parmi les fauves. (Pero, es Donatello entre las fieras).
Los pintores a pesar de esta denominación peyorativa, lo adoptaron como distintivo de su movimiento, que pasó a denominarse fauvismo o fovismo y a ellos mismos fauves.
El uso del color de las fieras.

martes, 4 de marzo de 2014

Hoy es martes

Hoy es martes
y antroxu, con esta palabra en idioma asturiano, se denomina al carnaval.
Antroxu deriva de la palabra en castellano antiguo antrojo, que significa: entrada.
Una entrada que precede a la cuaresma, tiempo de ceniza, austeridad y abstinencia para los devotos religiosos.
La tradición del carnaval por estas tierras, impone otros ritos culinarios como el pote asturiano, los picatostes (torrijas), los frixuelos (similares a los crepes) etc.
La tradición impone los disfraces y las máscaras, la permisividad, el descontrol y la irreverencia.
Como muestra de ella, mi curiosidad lleva mis pies hasta la plaza del Marqués para descubrir el disfraz del símbolo de la ciudad.
El rey Pelayo es el símbolo de la villa de Gijón.
Fue Pelayo, el primer rey de Asturias y quien comenzó la reconquista. Según la leyenda una de las razones por las que este el noble visigodo, la inició, no fueron otras que la pasión y la venganza.
Munuza el gobernador musulmán de Gijón se encapricha de Adosinda la hermana del rey Pelayo. La obliga a casarse con él, para salvar a su prometido Don Alonso, preso por Munuza.
Pelayo irrumpe en la boda para matar a su hermana y así salvar su honor,
(en fin, lo de localizar el honor en un sitio físico del cuerpo de una mujer, también es una tradición antigua). Pero Adosinda adelantándose toma veneno y muere en los brazos de su hermano. La leyenda en este punto se diversifica narrando el asesinato de Munuza por Pelayo en el acto, huyendo llevando el cadáver de Adosinda y a Alonso a las montañas de Covandonga.
Otra derivación de la leyenda, es que Munuza les persigue hasta Covadonga, donde resistirá Pelayo junto con un grupo de unos pocos nobles insurgentes a su mando, ganando la batalla con la intervención de la Virgen o la Señora de la Montaña, matando al infiel Munuza y sus huestes.
El símbolo de Gijón pues, es disfrazado por los gijoneses, transformar al Rex Pelagius se ha convertido en otra tradición para el regocijo popular. Aunque creo que la fotos  aún es más explícita.

Otra tradición la canta las coplas de carnaval, algunas nuevas y también ancestrales, con el mismo impulso lúdico y transgresor.

Tenía un borrico, Antón
en la cuadra y a buen pienso
muy guapo e inteligente
llamado Rigoletto.
Un día lo sacó, Antón
y cuando estaba montado,
oyó al burro que decía:
Yo quiero ser diputado.
Cómo dices cosas tales
dijo Antón a Rigoletto.
No sabes que en el gobierno
no admiten animales.
Entre rebuznos y conoces
dijo Rigoletto a Antón.
Hay muchos más diputados
que son más burros que yo.

No hace mucho que se casó, la hija de Veneranda.
Y ya trae la pobre un bombo más grande que el de banda.
Las mujeres de su pueblo, dicen que es el alimento,
que el pan que se hace ahora es a base de fermentos.
El otro día se topó con Juanón el de las viñas.
Mucho engordaste rapaza te cuajaron las harinas.
Ay usted que malo es siempre tiene ganas de dale
si se cuajaron no fue por falta de menearlas.

domingo, 2 de marzo de 2014

Hoy es lunes


Los lunes son un comienzo como los domingos son un final. 
Debe ser por esa razón que me gustan los lunes, mientras que los 
domingos me producen melancolía.
Aludo a este principio de semana, para recordar una película del año 86, dirigida por Roland Joffé, porque si tuviera que elaborar unos de esos rankings o listas de films imprescindibles, lo cual detesto hacer, contradiciéndome, incluiría sin duda este título:
La misión.
Por lo general los que elaboran los rakings, tendrán en cuenta, una multitud de motivos intelectuales y artísticos para al evaluarlas, constituir la lista de la cien o la mil mejores películas de todos los tiempos. Y por lo general aparece en el primer puesto: Ciudadano Kane.
Estaría plenamente de acuerdo, con esta elección de la película de Orson
Welles, también la elegiría como una de esas películas que han tenido y tienen el poder; no ya de incluirlas en una lista donde se las categorice de ninguna manera, si no que tienen el poder de haber desatado las impresiones que seduciéndome forman parte de mi memoria emocional; conservando la misma frescura de la primera vez que la visioné. Y aquí aludo al final como el de un domingo, con ese the end que es el principio, tras un trineo deslizándose llamado Rosebund, mientras cae la nieve sobre un paisaje hermético dentro una bola de cristal, entre la mano moribunda de Kane.

La misión, por otras razones tuvo el mismo poder y el mismo impacto para mí, desde el comienzo con la caída de las aguas de las cataratas de Iguazú, un misionero toca un oboe y mediante la música quiere atraer a los indígenas, hasta su final catastrófico donde la misión es arrasada, borrada del mapa geopolítico.

Al margen de consideraciones religiosas cuestionables, sobre evangelización y colonialismo innecesario que también con acierto, encontramos en el trasfondo de la película, lo cierto es que ésta, pone de relieve, que la política es la religión del poder, y la religión es la política del poder.
Pero sin duda en esta película uno de sus aciertos más pleno corre a cargo de la música, porque es el hilo conductor narrando tanto o más que las propias imágenes, y ello se debe a la soberbia y extraordinaria obra maestra, que es la banda sonora de Ennio Morricone.
Describe al génesis, la creación dando forma a los cielos, a los ríos, a la tierra y a todos los seres de la selva.

Para algunos críticos la película, es pretenciosa, tediosa, sin embargo otros coinciden con mi opinión de que la película toda ella es excelente, además por su reparto actoral.
Sin poder olvidar entre otras, la actuación del actor con el segundo lunar más famosos de la historia del cine, después del Marilyn Monroe, por supuesto.
Ni algunas de su secuencias, en que Robert de Niro hace de la penitencia, poesía.