Ars longa, vita brevis

jueves, 16 de diciembre de 2021

Magritte a las cinco

 




Desde el pasado septiembre y hasta el 30 de enero del 2020 puede visitarte la retrospectiva sobre René Magritte en el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.

Es la segunda vez que la obra de este pintor está expuesta en la capital, la primera fue en 1989 así que ha sido toda una suerte para mí que en ese momento tenía proyectado un viaje poder acercarme a verla.

Confieso que las grandes ciudades apenas ejercen magnetismo en mí, demasiado asfalto y esa muchedumbre de gentes ausentes y con prisa llevando ahora mascarilla (pienso que esta imagen nuestra enmascarada haría las delicias de Magritte) pudiendo hacer sentirse tremendamente solo a cualquiera en medio de la multitud de esta selva hostil de señales de tráfico, paradas de metro, colosos de cemento y un sin fin de carriles circulatorios.

A las cinco entro por la puerta del museo con cansancio del viaje tras haber comido un bocado en una de esas franquicias de comida rápida que pululan por todas partes porque quiero darle todo el tiempo que pueda a la exposición antes de seguir viaje.

Me olvido del cansancio y hasta de mí misma al encontrarme frente a frente con el primer cuadro.
Por qué Magritte me atrae tanto, hay una parte de mí que reflexiona que se debe a que René es un mago que reconstruye la realidad, las leyes físicas y ópticas. 
Creo que este pintor más que ningún otro tiene en cuenta sobre todo a su contemplador y su complicidad para forzar su hipersensibilidad al ambiente. 

¿Qué es la realidad?  Parece  preguntarnos Magritte. 
Algo preconcebido, por ello debemos aprehenderla de tantas formas como nos sea posible incluso mimetizarnos con ella con la misma ironía, sugerentemente, provocativamente en el que también intervenga la palabra escrita a través de las ventanas que abre y entreabre y que son sus cuadros o sus marcos vistos por unos ojos cruzados por las nubes.

Magritte es el tipo del bombín, parece un ciudadano de clase media aburrido y correcto, pero con él nada será lo que aparenta, por ello lo retrata y se retrata constantemente dejando la certeza que el hombre del bombín es un misterio que se recorta en un superficie plana donde el tiempo escapa.
Hay otra parte de mí que siente su lirismo para el que no hay aclaraciones posibles y ahí es cuando te entregas.

De ningún modo trato de explicar a René Magritte porque no podría, de poder hacerlo escamotearía lo que siento que es su más buscada pretensión, la independencia de su inquietante ingenio iconoclasta, de su genio onírico que explora los límites de nuestra evocación tentando lo imposible.

Tampoco desvelaré nada más sobre este gran viaje a la desafiante imaginación conceptual del ilusionista René Magritte.

Pasen señoras, señores y descúbranlo.