Ars longa, vita brevis

miércoles, 4 de junio de 2014

Gijon a...





Las letras tiene el poder de llevarte a cualquier paisaje real o imaginario. 
Las mías hoy se quedan en casa, es decir en Gijón, una villa asturiana del norte de España.  Caminarán unos pasos o unas pausas hasta el parque de Isabel la Católica.
En el parque conviven flora y fauna, pájaros nómadas que duermen en las isletas de sus lagos, pavos  lapislázuli, además de varias estatuas, una plegaria para un árbol, columpios, toboganes y hasta un crucero, una donación de los gallegos residentes en Gijón.
Algo habitual en las estatuas, custodiar los parques, pero una de ellas tiene una historia peculiar.
Fue erigida por un cuestación popular, el 18 de septiembre 1955; sus autores fueron: el escultor Manuel Álvarez-Laviada y el arquitecto Luis Moya.
También fue el primer monumento en el mundo que se le dedicó al protagonista del busto y al complejo arquitectónico que lo adorna. 
Su viuda viajó desde las Islas británicas para inaugurarlo, ya que el homenajeado, no pudo hacerlo, debido a su muerte en marzo del mismo año.
Desde 1955, cada año, el 18 de septiembre desde Cimadevilla, el antiguo y popular barrio de pescadores, los playos ( que es así como denominan popularmente a los vecinos del barrio de Cimadevilla) recorren en un desfile lúdico (incluso hay cabezudos) desde Cimadevilla por el paseo de la playa o  el Muro de San Lorenzo hasta el parque de Isabel católica, para rendir tributo a la estatua, con una ofrenda de flores.
Un anciano octogenario que acude al homenaje anual con sus nietas, explica el porqué de esta devoción que pasa de padres a hijos y a nietos, convirtiendo la costumbre en rito, en tradición, en ceremonial cultural.

«Durante la postguerra española todas las curas eran por purgaciones y la mitad de Asturias tenía tuberculosis. El nuevo antibiótico y sus derivados salvaron muchas vidas, sobre todo entre las gentes de la mar»
Debajo del busto la inscripción con unas letras sobre el paisaje.
Gijón
a
Fleming
1881-1955