Ars longa, vita brevis

viernes, 28 de septiembre de 2012

El bosque imaginado


La vanguardia artística dejó de observar la realidad con un cambio plástico un cambio mental plasmando la materia plana sin relieve ni profundidad creó un hábito. El hábito es el maestro más eficaz según Cayo Plinio cada forma vida desarrolla sus hábitos en inercia pero también en
dinamismo.
La pretensión del artista se mueve entre el campo imantando dos polos de creación positivo y destrucción negativo, dos polos que la naturaleza ha empleado constantemente en una involución evolutiva.
Para adquirir el hábito construir la profundidad entra en juego esa que fue máxima de vanguardia pero que es un hábito de cuasi todas las épocas que trata de reducir a dos dimensiones lo que estamos viendo tridimensionalmente.
Al hacerlo el hábito impone al aprendizaje primero en blanco y negro para atravesar esa barrera de dos dimensiones conseguir la perspectiva lo cual no es sencillo el artista utiliza la ilusión del volumen mediante la valoración tonal; una ilusión de luces y sombras a la que da un término una denominación con vocablo y vocación de artista: el escorzo.
El escorzo ubica un cuerpo o cualquier objeto en posición oblicua y perpendicular a nuestro eje visual y un ejemplo es esta foto de la obra del Cristo muerto de Andrea Mantegna pintada entre el 1480 y 1490.
El escorzo de Mantegna prolongó una nueva visión audaz e innovadora que en su tiempo despertó críticas mordaces por su naturalismo y su humanista perspectiva.
El estudio de los pliegues del sudario que cubre parcialmente el cuerpo de Cristo asombra por su preciosismo.
Según los evangelios después de la crucifixión a Jesús le ungieron en una unción de aceites perfumados en la llamada piedra de la unción de color rojizo debajo del monte Calvario antes de su inhumación. A su derecha se encuentran dolosos y dramáticos San Juan, la virgen María y una probable María Magdalena. Una vasija de aceite a la izquierda indica que el cuerpo va a enterrarse inmediatamente.
Mategna produce impacto en el espectador causado además por los estigmas sin derrames de Cristo (sólo una gota en el antebrazo izquierdo) ejecutados con una gran perfección anatómica.
Las manos volteadas hacia arriba visualizándolas de frente los pies con respecto a la cabeza advertimos su tamaño demasiado pequeño para ese escorzo pero no es una inexactitud de dibujo en el renacimiento aún era impensable que los pies tomaran un tamaño mayor y ocultaran el protagonismo del rostro.

Observación la premisa prolongándose filosóficamente a lo inmaterial sobre el ser fue planteada por Heidegger a la alemana aunque anteriormente la abordó Ortega a la española en sus Meditaciones sobre el Quijote.
El efecto perspectivo de la visión y la mirada entre el mundo patente y el mundo latente, el escorzo de lo trascendente.
Según el filósofo la visión tiene diversos grados de realidad y para ello echemos una mirada sobre un bosque.
En la entrada de un bosque vemos lo más próximo a nuestra vista la apariencia superficial de sus hojas, sus árboles, sus formas, sosteniendo una mirada a la superficie pero la intuición entrevee el bosque latente oculto tras mi primera mirada, la vista me pide ese esfuerzo intuitivo de la visión del bosque secreto, interno, de los arroyuelos, el sonidos de las cascadas, el color de los matorrales; el más allá de mi mirada en lo intuido e incluido por la superficie del escorzo de lo que Ortega llama el trasmundo.
El trasmundo oculta la verdad útil la dimensión temporal espacial del pensamiento y la emoción en toda la percepción de sus posibilidades que con nuestros sentidos e intelecto para no sólo mirar si no escuchar tocar oler y saborear la métafora del bosque.
La búsqueda el descubrimiento de lo ilimitado esa es la pretensión circundada por el artista y de cualquiera que desee el ir más allá al hallazgo del escorzo de la superficie a la profundidad.
Ortega reduce su filosofía al: Soy yo y mis circunstancias.
El yo es el ser que lucha con lo inmediato de sus circunstancias y las circunstancias que le rodean las metas que proyectadas en la lejanía nos impiden ver la cercanía.
Qué es el escorzo de una meditación quijotesca para mí tras ver el bosque de cerca intuir el lejano el intimista en ello miro veo visiono y soy yo en mis circunstancias estática a la entrada de la arboleda pero dinamizo además con el ecualizador de mi pensamiento de mi emoción que fantasea las circunstancias de otro bosque irreal con un escorzo de un hábito imaginado.